Disfrutando del carnaval. [Libre]

Mark caminaba por las calles con tranquilidad, sonriendo y disfrutando de un helado de chocolate que se había comprado, se encontraba descansando de las actividades escolares y sobre todo se estaba divirtiendo en esos días de carnaval.

Era sumamente divertido, los desfiles, la gente disfrazada y sobre todo la hermosa decoración con mariposas rojas, el mismo Mark iba disfrazado y se sentía mas cool de lo normal, sobre todo porque hasta ahora nadie lo había reconocido. Le dio algo de risa que algunas chicas con mascaras volteaban a verlo y seguro lo hacían porque se veía muy guapo y varonil con su traje de pirata que tanto le había costado conseguir.

Porque si había algo que al ojiverde le gustara era usar disfraces, se sentía como una persona diferente y podía hacer cosas que de forma normal no haría.

Se detenía en algunos edificios donde había tiendas, buscando un adorno de mariposa para colocar en su uniforme.

[El disfraz de Mark es así ---->

Spoiler:

]

(Con permiso!!)

La estación había llegado. Un ligero frescor acarició sus mejillas, haciendola encojerse un poco saliendo de la ensoñación del tintineo de las pequeñas luces de la ciudad, encarceladas en farolillos rojos como si hadas se trataran.
Emma estaba sola, enmedio de la acera poblada de gente que iba y venía. Normalmente, solía ir con su hermano mayor, pero ultimamente su trabajo lo absorbía mucho, y aquella tarde, no era una excepción. El cielo había empezado a oscurecer.
Era más lindo cuando la noche caía, todo tomaba un aspecto delicado y diluído, como una acuarela. Con las manos se puso bien la chaqueta para resguardarse del frío.
"Será mejor que avance, estoy obstruyendo el camino..." Pensó tomando las ruedas de su silla, desplazándose mirando de un lado a otro.
-Ah, ya sé! -Dio un pequeño saltito en su sitio, llevándose el dedo a la barbilla.
Ya que Mathias no podría participar en la festividad, pensó que podría traerle algún detalle. Así, se adentró como pudo a una de las tiendas, buscando alguna cosa que pudiera gustarle.
Y sus ojos se pararon en un broche. Era bastante discreto, de una mariposa roja, perfecto para poner en una solapa. Según el texto, traía suerte. Sonrió alegre y, en un intento por sacar el monedero para ver cuanto dinero llevaba encima, se le cayó al suelo
-Ups! -Miró con preocupación el objeto. Una vez más, se veía ante un reto que le proponía la vida, estirándose para alcanzarlo.


[La ropa de Emma]

Spoiler:

Una tienda en particular llamo su atención, entro, después de terminarse su helado, y comenzó a curiosear por todo el lugar, un hermoso adorno de mariposa llamo su atención pero al ver como una chica también parecía interesada, se decidió a ser caballeroso y dejarle el objeto.

Estaba por dar media vuelta y salir de la tienda pero el monedero de la chica cayo justo frente a él, y como no le gustaba ver a la pobre jovencita intentando alcanzarlo, el ojiverde fue quien se agacho y lo tomo con cuidado asegurándose de que no estuviera sucio o rasgado de algún lado. Se acerco a la chica y le extendió la bolsa.
-Aquí tienes, ten cuidado al sacar tu monedero...no toda la gente es amable -susurro mientras se lo entregaba, con una sonrisa amplia en su rostro, al menos había hecho su buena acción del día.

Infló ligeramente sus mejillas, haciendo un nuevo intento por alcanzarlo. Pero no llegó, pues una mano fue más rápida que ella.
Alzó ligeramente su cabeza mientras algún mechón se le había desordenado y caído por la frente, encontrándose un joven observando su monedero. Bueno, al decir joven, podía asegurar que más o menos debería tener su edad. Sus ojos verdes sonrieron, así como sus labios mientras se lo tendía cortésmente.
Sonrió con delicadeza mientras se incorporaba, apartándose el cabello del rostro con cuidado con sus dedos, observando el traje de pirata, arrancándole una sonrisa.
-Al menos, usted sí es amable –Se encogió un poco recogiendo el monedero- Muchas gracias, es difícil a veces alcanzar las cosas del suelo…

Y sin razón, sintió que había dicho una tontería, desviando un poco la mirada, rascándose un poco la barbilla con la mano que sostenía con cuidado el broche, y acabó por volver a poner encima sus ojos azules.
-…Perdone mi intromisión, pero… ¿Es nuevo en Pieceville? –Ciertamente, nunca le había visto por el instituto ni el auditorio, así como Pieceville dentro de lo que cabía no era inmenso como para desconocer a una persona.