Fade away (Libre)

La cúpula se derritió lentamente, cayendo las gotas de nuevo en su rostro, refrescándola, alimentándola. Cerró sus ojos ante aquél característico frescor.
No tardó en volver a prestar atención a su acompañante, frunciendo un poco el ceño.
Apretó sus dedos y abrió la boca para recriminarle, pero se acalló, quedando con el gesto en el aire, y acabando por bajar la barbilla en silencio, seria.
Rai tenía razón: Quejándose no conseguiría nada.
Si estuviera en peligro, seguramente se alegraría de tener esos poderes, pero precisamente, ella no sentía la necesidad de tenerlos.
Siempre dicen que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
Dejó de tensionar sus dedos, dando un pequeño suspiro.
"Aún así... Me gustaría poder sentir el tacto de las cosas..."

Perdió su mirada en el horizonte, hasta que Rai volvió a hablar. Loris inclinó un poco la cabeza, alzando una de sus cejas, para acabar sonriendole.
-No me confundas, peliblanco -Respondió con una suave risa- Aunque me retes, no pienso tomar sangre.
Entrecerró un poco los ojos.
-Antes, por la fuerza. -Afirmó, con un tono más lúgubre, para acabar por mirar la azotea- Me gusta subir aqui precisamente para oir el viento... Y además de plantar flores.

Escuchó un suave suspiro provenir de la chica mezclándose con el sonido de los arboles siendo golpeados por la lluvia, la observó de reojo, parecía verse molesta con la situación, pero resignada a la vez así era, el hecho de tener poderes no se podía remediar de ninguna forma y ya que ahí estaban, en vez de molestarse por eso, lo mejor era buscar la forma de hacerlos útiles.
Después volvió a mirar directamente a la chica, observando la extraña reacción que tenía a sus comentarios, no parecía haberse molestado ni tener intenciones de cumplir con su “no reto”, sino que más aún ella sonreía de forma amable mientras alzaba una ceja para después llamarlo peliblanco, diciendo que no tomaría sangre aunque la retase. Rai se giró hacia ella, apoyando un codo sobre el barandal mientras con el otro brazo movía un poco su ropa mojada, como si quisiese apartarla levemente del cuerpo.
-Ya veo… así que por más hambre que tengas, no tomarás nada…-manteniendo su rostro sin expresión alguna aunque ella reía animada-… eres fuerte, eso parece.
Después escucho lo que la chica decía con un tono bastante extraño, teniendo el tipo de poder que tenía no era nada extraño que sin saberlo hubiera podido lastimar a alguien, tal vez esa era la razón de que no los aceptase, aunque claro; eso no era de su incumbencia.
-¿Plantar flores? ¿En un lugar como este?...-mirando los alrededores por unos segundos-… ¿hay algo aquí que ya hayas plantado?
Miró a la chica con una ceja levantada, habiendo tantos lugares en la academia llenos de espacios verdes y tierras para plantar ¿ella plantaba flores en la azotea? Si se oía extraño pero de igual forma no es que le molestase en absoluto, solo y tal vez un poco, le llamase la atención.

Observó a Rai sacudirse la camisa, despegándola de su cuerpo que había empezado a clarear por algunas zonas debido a la acumulación de agua. Subió su vista a las nubes, entrecerrando los ojos levemente con una pequeña sonrisa.
"Es un chico agradable" Concluyó.
Rai se mostraba ciertamente distante, serio, pero más que hacerse con la idea de que estaba enfadado con la vida y el mundo, se conformó en pensar que era su forma de ser, tal cual.
Al menos, sus dos hermanos eran así... ¿Porqué no otra persona?
Se estiró, alzando las manos al aire y volviendo a mirarlo, parpadeando rápidamente con una sonrisilla.
-Sí, flores -Afirmó- Cuando era pequeña siempre escuchaba a mi padre decir que habían muy pocas zonas verdes en las ciudades, pero tampoco había espacios para hacerlas.
Giró en la barandilla, apoyándose mientras se recogía unos mechones.
-...Entonces pensé... ¿Si todos los edificios tuvieran un jardín encima... Podría haber más plantas, y quieras o no, serían zonas verdes... Como jardines flotantes, o si las casas estuvieran preparadas, bosques.
Miró con cierta diversión al chico, como aquellos magos que presentaban casi en un susurro uno de sus trucos al público.
-¿Quieres ver el jardín de la azotea?

Notó que hubo un pequeño silencio que se adueñó del lugar por unos segundos y el solo pudo corresponder a eso, en verdad no era alguien que hablase demasiado, ser elocuente no era un virtud ¿o tal vez un defecto? Le valía eso, pero aún así no lo era, sin embargo y sin darse cuenta había terminado hablando bastante con aquella niña de ojos turquesas. Tal vez ella tenía ese don de envolver a las personas en su conversación, tal vez ella era una persona agradable, de todas formas y como fuese, parecía tener claro que Loris no le caería mal como otras personas que había conocido en la academia, el ejemplo más recuente era aquel idiota de cabello castaño que hacía unos minutos había saltado por el barandal.
Notó moco la chica se estiraba largamente para llevar las manos al cielo y luego volver a sonreír, las palabras que salieron de sus labios después relataban ciertas anécdotas de su pasado acerca de las escasas flores que había en la ciudad. Podía creer todo aquello que decía, todas las ciudades del mundo sin importar el país que fuse deberían ser similares, bosques de de cemento en los cuales la gente a veces se vuelve salvaje, con más o menos diferencias entre países; sabía que no podían faltar las similitudes.
La chica se apoyó en el barandal jugando con sus mechones de cabello azabache mientras contaba con alegría acerca de sus ideas de jardines flotantes, ciertamente ella parecía pertenecer a otro mundo; cuando la mayoría de las personas buscaban el dinero y el poder, ella buscaba que pudiesen haber más zonas verdes.
Volvió a incorporarse en si mismo mientras pasaba una mano por su mentón quitándose algunas gotas que insistían en quedarse pegadas a su piel, volviendo a mirar luego a la chica, notando como parecía verse divertida y tal vez hasta un poco entusiasmada con la idea de presentarle el jardín de la azotea; jardín que al parecer ella misma se había encargado de construir.
-A ver niña… muéstrame tu jardín oculto, seguramente esté muy vivaz con esta lluvia…
Clavando su mirada en los ojos turquesas de la chica llevo una mano a recorrer su cabello, quitándose pequeñas gotas de lluvia que cayeron por su nuca, erizándole suavemente la piel mientras una fresca brisa soplaba colándose a través de su ropa mojada ¿Qué era aquello? ¿Tal vez un desafío? No es que nunca se hubiera quedado de pie bajo la lluvia esperando mojarse, pero aquella chica había provocado eso, que se olvidase de la lluvia y se distrajese más bien en sus palabras y en sus propios pensamientos; pero más allá de todo eso, sentir el agua golpeándole la piel suavemente le resultaba una situación agradable, casi como entrar en una ducha enorme de la cual no conociese su límite final.

Loris sonrió satisfecha ante la afirmación, dando unos pasos para acercarse a él.
-Sígueme -Murmuró.
Y sin decir nada más, le dio la espalda caminando hacia uno de los cubículos, que conducían al interior de la escuela.
Sin embargo, en vez de abrir la puerta de metal para ir hacia adentro, rodeó la construcción grisácea hasta el otro lado, donde tenía unas escaleras no muy accesibles, debido a que empezaban un poco más arriba.
-En teoría, no se puede subir -Comentó inclinándose un poco hacia afuera para ver a Rai aparecer por la esquina- Pero si se salta...
Se concentró, dando un ligero salto para agarrarse a una de las barras. Movió un poco sus pies en el aire antes de apoyarlos en la pared y ayudarse a avanzar un poco, hasta que sus pies también se apoyaron en los barrotes.
Desde la altura, miró al peliblanco con una sonrisa amplia, divertida, con cierta emoción, y hecho eso siguió su avance hasta el tejado del cubículo.
-¡Aquí está! -Alzando sus brazos a cada lado, Loris parecía querer abarcar con sus brazos todos los girasoles que se bañaban en la lluvia.
Altos, de flores grandes, con las raíces bien hechadas en cada tiesto.
Dio media vuelta para observar a su compañero.
-Aquí incide el sol perfectamente, lo que les va genial... Aunque hay que regarlos dos veces al día. -Añadió.

Observó a la chica acercarse un poco a él para luego escucharla murmurar que la siguiese y entonces la observó caminar hasta unos de los cubículos de entrada y darle la vuelta, desapareciendo detrás de él. Con un movimiento efímero de sus labios que dejaron entrever sus caninos durante unos segundos, se acercó con un andar lento hacia donde la chica estaba, levantando la vista mientras veía como ella subía con algo de dificultad en aquella escalera que no llegaba a toca el suelo, y que en verdad parecía tener poco uso estando ubicada en un lugar tan poco concurrido, a no ser por la extraña niña que plantaba su propio jardín en un lugar un tanto insólito.
-Extraño lugar le buscaste a tu jardín…
La observo mientras ella lo miraba con una amplia sonrisa en su rostro, parecía hasta verse emocionada con el hecho de mostrarle su pequeño jardín, o tal vez estaba emocionada con el hecho de criar un jardín en un lugar insólito, la situación era extraña sin lugar a dudas, pero la chica solo parecía verse feliz por eso. Volvió a dirigir su mirada hacia el horizonte antes de acercarse a la escalera, el cielo parecía estar clareando lentamente, tal vez la lluvia cesaría prontamente o tal vez solo se daría una pausa, aunque si había podido notar que la cantidad de agua que caía era menos y esto ampliaba notablemente su campo de visión.
Subió sin dificultad alguna, de forma ágil y rápida por la escalera hasta llegar al lado de la chica que abría los brazos como si quisiera abrazar a alguien, como si quisiera rodear con sus pequeños brazos los girasoles que se erguían de forma casi majestuosa viéndose vivaces con el agua que las alimentaba, llegando desde un tempestuoso cielo hasta lo más profundo de sus raíces.
-Ya veo…-dijo bajando su mirada a las plantitas ubicadas en la cima del cubículo, al lado de sus pies-… realmente se ven bien, al parecer tienes mano para esto… ¿te gustan los girasoles?-dijo notando que las únicas plantitas existentes en aquel mini jardín de azotea eran aquellas flores de pétalos amarillos y redondo rostro granulado.

Entrecerró sus ojos levemente, dejando que el aroma de las flores pasara por el interior de su nariz hasta llenarle los pulmones. La lluvia parecía amansar, y las corrientes de aire agitaban cada mechón mojado de su cabello, brillante por culpa del agua, mientras su falda pesaba empapada.
Se estiró un poco el bajo de la blusa para despegarlo de su cuerpo y, lo que era más importante, de sus senos, y se giró una vez ya al peliblanco, que aparecía tras las escaleras.
-¿Extraño? No lo es tanto... Aquí tienen todo lo que necesitan -Contestó con una ligera sonrisa en sus labios.
Le observó por unos segundos, viendo como se acercaba a las flores, y disimuladamente estrujo el bajo de su falda para sacar agua, hasta que volvió a hablarle.
-Me gustan los girasoles, sí... -Comentó rascándose tras la oreja- Son vivaces, me gustan sus colores...
Tocó una de las hojas, con una leve sonrisa
-¿No crees que será bonito ver volar tantos pequeños pétalos amarillos?

La chica decía que el lugar no era extraño ya que allí podrían tener todo lo que necesitasen y Rai solo alzó una ceja, si era extraño aunque ella no quisiese aceptarlo, pero tampoco se pondría a discutir por algo como eso, simplemente se mantuvo en silencio recorriendo con la mirada los pétalos amarillos que tenía enfrente. En medio del silencio notó de reojo como la ojiturquesa parecía hacer algunos movimientos con su ropa, tal vez intentando quitarle el agua, claro, después de todo ella era una chica y parecía natural que se preocupase por su aspecto o por no verse demasiado expuesta ante sus ojos, cosa en que el agua acumulada en la ropa no ayudaba del todo.
La escuchó explicar que le gustaban los girasoles, diciéndolo de forma convencida comentó que eran vivaces y le gustaban sus colores, mientras parecía rascarse suavemente detrás de la oreja. Tocando suavemente una de las hojas con sus dedos dibujo en sus labios una pequeña sonrisa para después preguntar si no se veía bonito ver volar en el aire aquellos pétalos amarillos. Rai solo levanto un poco su vista hasta la cima de uno de aquellos pétalos amarillos, realmente no se fijaba mucho en esas cosas, tal vez las niñas si lo hicieran; tal vez para ellas eso fuese un espectáculo asombroso.
-Nunca me he puesto a mirarlos… así que no sé, pero si a ti te gustan entonces está bien… después de todo tu los plantas y tú ves tus resultados…
Alzó la vista hacia el horizonte y observó las lejanías durante unos segundos, llevándose una mano al rostro empujo los mechones de blanco cabello hacia atrás para despejarse la visión, notando como la naciente claridad que aparecía a través de las nubes llegaba a sus pupilas achicándolas levemente.
-Bueno niña, que bien por ti y tu jardín… el agua parece sacar lo mejor de ambos…-mirando el cuerpo de ella traslucirse a través de la ropa mojada-… tal vez las tormentas no sean tan malas como algunos creen…
Dando un par de pasos tranquilos se acercó a la escalera para colgarse de los primeros barrotes y bajar rápidamente hacia el suelo en donde antes se encontraban, estirando nuevamente su ropa para después volver a estirar su columna y girarse nuevamente hacia ella, alzando la vista para mirarla desde el lugar más bajo en el cual se encontraba.
-Iré a mi habitación…
Solo dijo aquello, no era dar demasiadas explicaciones ni nada, no tenía porque hacerlo ni tampoco había necesidad, solo tal vez resultar un poco más educado que marcharse sin decir palabra alguna.