¿En la escuela Búlgara?

Las primeras horas después de despertar fueron estresantes, ni siquiera puedo acercarse al griego para revisar que estuviera bien, le sacaron de la celda y le llevaron a una sala de interrogación. Buscaban la manera de sacarle información, y cuando las amenazas no sirvieron, pasaron a los golpes pero fue inútil.
Ian se negro a revelar algo, no porque le interesara la escuela o sus compañeros, mas bien lo hacia por su orgullo que había sido herido al ser llevados ahí contra su voluntad.

Le regresaron a la celda, sangraba por la nariz, el labio inferior ademas de múltiples golpes, moretones y magulladuras por todo el cuerpo. Se acerco al cuerpo de Nathan que aun dormía, con suavidad le acaricio la mejilla con el dorso de su mano por lo menos estaba sano y salvo, no le habían hecho ningún daño y el sudafricano se aseguraría que nadie se atreviera a ponerle una mano encima.

-Hey, torpe...despierta -susurro con suavidad, intentando despertarlo sin dejar de acariciarle, no era bueno que estuviera inconsciente por tanto tiempo, tenían que estar alertas y pendientes para cualquier cosa que pudiera suceder. Tenían que escapar a como diera lugar aunque para joderlos aun mas, les habían quitado o disminuidos los poderes.

Sentía su cuerpo dolorido. Cuando subió al helicóptero, no había podido cesar de llorar hasta que le dispararon el somnífero.
Y ahora que había despertado rato atrás... Estaba solo. El kimono que aquella noche había lucido ahora estaba mal puesto, y él tirado en el suelo, encogido en pose fetal.
¿Dónde estarían todos? ¿¿Dónde estaría Ian?? ¿La academia había permitido aquello?
¿Estarían para siempre allí... o los sacarían? ¿Habían... sido abandonados acaso a su suerte?

Oyó algún lamento en lo lejos y se encogió sobre sí mismo, llevándose las manos a las sienes.
-Esto no está pasando... Es un sueño... sí, eso, es una pesadilla... esto... esto no es real... -Murmuraba preso de sus propios miedos intentando sostenerse del llanto.
Desgraciadamente, aquello era real, y lo sabía por mucho que intentara convencerse de lo contrario, pues dijo una vez una persona que las pesadillas despertaban, pero la realidad no terminaba al dormir. En cualquier momento, todo podía ser una pesadilla.

Nathan se acalló a si mismo, apretando los labios sin parpadear, brotándole las lágrimas y solo a veces oyendose algún puchero.
Su cuerpo expulsaba de vez en cuando alguna descarga de psique, que no llegaba a dar ni un mero resultado debido a lo débil que se encontraba.
Y sin darse cuenta, abrieron la celda solo para devolver adentro a otro de los alumnos.

Estaba tan quieto y sus gimoteos eran tan bajos que podría parecer que dormía.
Fue cuando sintió la caricia suave en la mejilla, acompañada de aquella voz familiar que le hablaba con dulzura.
-Oh, Ian... -Logró murmurar en un ligero lamento, tomando la mano que pasaba por su mejilla para tomarla entre las suyas.
En su interior, le gustaba saber que Ian estaba allí, a su lado, y dentro de lo que cabía, estaba bien.
Pero estaba asustado, tenía miedo. Y sobretodo, se sentía culpable porque el otro estuviera en esa misma situación.
-L-Lo siento... -Susurró apretando sus ojos.

Dio un pequeño gemido por el tirón que le dio el contrario, quedando un poco encogido en el otro en el abrazo, parando por unos segundos su respiración.
Las mejillas estaban ligeramente humedecidas por las lágrimas, así como sus ojos tenían un ligero brillo que hacía que se le vieran más claros, y con el contraste de sus labios colorados, la piel parecía más frágil.
Nathan no logró parpadear observando el rostro contrario, que tenía algo de sangre en la nariz y el labio seguramente partido. Y a pesar de ello, aquella mirada cetrina se clavaba en él, perforando más allá de su piel hasta llegar al lado más recóndito de su ser.
Sus mejillas se tiñeron de rojo, cerrando los ojos al notar los dedos contrarios pasear por su cara borrándole cada rastro que había dejado sus lágrimas, tomando aire despacio como si así se calmara. Y ciertamente, al menos por ahora, había parado de llorar.

E Ian tenía razón. Ya estaban encerrados, no habría manera de volver atrás y evitarlo. Y luego... Estaba Ian a su lado: No dejaría que le tocaran.
...Porque era suyo. Recordar esas palabras mantenía el rubor en sus mejillas, y su corazón bombearía deprisa de no ser porque su organismo, tras tantos nervios, le pedía en súplicas un respiro.
Observó por enésima al rubio, recorriéndolo con la vista detenidamente ahora que se había sentado en la litera. Tenía algún que otro golpe, y la camisa estaba sucia con algunas gotas de sangre. Debían haberlo golpeado duro.
Nathan le miró un tanto apenado, poniéndose en pie, y sintiendo un ligero vértigo ante la altura que tomaba sobre sus piernas. Se colocó bien el cuello del kimono, que le había dejado desnudo el hombro y se acercó hasta él, sentándose en su pierna, recogiendo las suyas sobre la litera.
Lo miró un rato en silencio, subiendo su mano despacio al rostro contrario para acariciarle la mejilla, colocándole tras la oreja algún mechón de pelo.
Le sonrió tímido ante el cruce de miradas, y tras otra pausa, se arrancó parte de la tela de una de sus mangas.
-Ven... -Susurró tomándole con suavidad de la mejilla y secándolo con cuidado la sangre de la nariz y el labio, así como intentaba limpiarle el rostro.- ¿Te duele mucho?

En una de las pasadas, sintió como el otro se tensaba, entendiendo que le había hecho daño, susurrando una disculpa para limpiarle con más cuidado.
El trozo de tela rosada fue cambiando de color por culpa del sudor y sangre que quedaba en el rostro del sudafricano.
-Ojalá tuviera poderes curativos... -Murmuró inflando un poco sus mejillas viendo que lo único que podía hacer era lavarle la cara y parte del cuello.

Alzó un poco su rostro para mirarle, intentando captar claramente el mensaje. Si no entendía mal, Ian le estaba pidiendo que si encontraba la oportunidad que le dejara atrás.
Por un momento quiso darle un golpe molesto, pero sabía que no era el momento. Simplemente suspiró.
-Esta bien... Pero has de saber... -Arrugó un poco el tejido en sus dedos- Que si puedo te sacaré de aqui.

Se hizo un silencio en el que le miró con ternura, acariciándole la mejilla.
-Deberías descansar...

Le miró un tanto más atento, con cierta sorpresa.
¿"No estarían interesados"? Quería decir... ¿Que no había sido llevado hasta Bulgaria por ser griego, sino por su poder?
Se encogió un poco con cierta incertidumbre, preguntándose qué demonios debería estar pasando exactamente allí. ¿Qué habían querido sonsacar a Ian? ¿Y porqué de los dos precisamente a él?
Cerró ligeramente los ojos como intentando pensar, solo abriéndolos cuando sintió los dedos contrarios tomarle con cuidado la mano.
Le devolvió la mirada, tomando con cuidado de la misma forma la mano contraria, notándole un tanto frío. De no ser por la situación en la que se encontraban... Podría decir que estaba contento de estar en ella.
Perderse en la mirada contraria, ser acogido en los brazos contrarios, ser rodeado del aroma y calor del contrario. Tomó con cariño la mano contraria en una carícia, queriendo decirlo todo sin lograr ningunas palabras.

¿Porqué le buscaba de aquella forma? Aún la cabeza le daba vueltas con aquella incógnita, notándose pequeño comparado con el cuerpo contrario que le estaba abrazando con tal de acojer calor mútuo.
-Pero... yo no tengo sueño... -Contestó con voz tranquila- Y estás herido. Déjame al menos que cuide de ti un poco.

Vio entonces la comida y el poco de agua. Realmente no se fiaba, y viniendo de búlgaros. Aún así, se inclinó en tomar el agua y, tras hacer de tripas corazón, dio un sorbo.
Una pausa silenciosa para indicar que no estaba envenenada, drogada o contaminada fue suficiente antes de volver a acomodarse, acercándole el recipiente a los labios.
-Toma, has de beber -Susurró suavemente- Es importante que te hidrates en tu condición...

Lo observó beber suspirando un poco, mirando como subía y bajaba la nuez. A diferencia del principio, ahora estaba bastante más tranquilo que antes, acomodándose en el pecho contrario.
Un pequeño estremecimiento recorrió su cuerpo cuando la mano contraria le acarició las piernas, erizándole la piel gracias a que tenía las manos frías.
-Estás helado -Comentó sacándose de encima la chaqueta que en el baile le había prestado para cubrirle y se la puso en los hombros- Así estarás bien.

Se quedó un rato callado, tomando una de las manos del sudafricano para acogerla entre las suyas, echándole su aliento para calentársela.

A pesar de la incertidumbre, de estar encerrados como animales... Estaba bien. Con Ian estaba bien. A decir verdad, siempre estaba bien cuando era con Ian. A pesar de ser un tanto distante con los demás era atento y cariñoso con él.
Podía decir... que le gustaba Ian. Pero... ¿Pensaría igual él sobre el griego?
"Será mi secreto..."

Estrechó aquellas manos un poco contra sí, sintiendo que entraban en calor poco a poco, cuando le volvió a observar.
-Entiendo... Tu naciste en Sudáfrica, ¿no? -Comentó un tanto distraído, a fin de dejar de pensar que estaban prisioneros y sin saber qué les sucedería- Allí seguro que hace mucho calor...

Jugó con los dedos contrarios distraído, observando el cómo de cuidadas llevaba las uñas y la forma de sus muñecas. Nathan se apoyó en el pecho contrario, bajo el cobijo de la sábana y cerrando por unos instantes los ojos.
-¿Porqué? Me gusta ser amable contigo -Contestó sin soltarle la mano, acurrucando un poco su cabeza mientras respiraba el aroma contrario.
Entreabrió sus ojos al escuchar la proposición erizandosele el vello de la nuca por el roce con un rubor furtivo.
-S...Sí... lo haré... -Giró un poco el rostro para mirarlo- Pero lo primero es salir de aquí...

Llevó una de sus manos a la barbilla. No podían usar sus poderes: Ian estaba herido y él no se sentía muy fuerte. Pero... Si lograban hacerse con una estrategia, tal vez a la hora de que entrara alguien allí, ya fuera para volverse a llevar al rubio como para cualquier otra cosa, podrían noquearlo y escapar.
"Hemos de pensar algo"

Sus mejillas tomaron color cuando escuchó a Ian decir, sin pudor alguno, que sería capaz de hacérselo allí mismo. Sin habérselo propuesto había visualizado el torso desnudo contrario, su respiración agitada y los labios de este recorriéndole mientras le hacía suyo a cada segundo que pasaba.
Tragó saliva intentando distraerse de aquella visión, cerrando los ojos mientras volvía a respirar el aroma contrario, que parecía haberse acomodado en los hilos de la camisa contraria.

Por otro lado, tampoco podían esperar a que los sacaran... Porque... ¿Cuánto tiempo tardarían?
Alzó su rostro para observarlo, encogiéndosele un poco el corazón. Tal vez... deberían aprovechar si volvían los guardias.
-...¿Has dejado de tener frío? -Susurró con calidez apoyando su mejilla ligeramente en él.

Entrecerró los ojos un tanto relajado notando los dedos del mayor acariciarle las hebras del pelo. Le encantaba que se lo tocaran, peinándole o, simplemente, mezclándose con su trenza.
Alzó un poco el rostro encontrándose con los ojos verdes contrarios, claros e intensos a su vez, que resultaban un tanto fríos para los demás, pero el griego se entretenía a contar cada variación de color que tenían, siempre brillantes.

Ladeó un poco el rostro hacia la mano que paseaba en su mejilla, haciendo un contacto firme entre ellos.
-Yo ya estoy bien... Debes recordar que soy griego, y el clima se parece un poco al de mi país -Le puso bien unos mechones- Claro que ya me había acostumbrado al de América...

Lo observó con los dedos en su mejilla, creyendo leer aquello que pasaba por su mente, para luego observar la puerta de la celda y acercarse a su oído alzándose un poco.
-No creo que nos dejen estar mucho tranquilos... -Susurraba despacio para asegurarse que su tono era lo suficiente bajo para que aquello quedara entre los dos- Creo que deberíamos aprovechar en cuanto llegue alguien...
Se alzó un poco más en su sitio apoyando ahora sus manos a modo de muros para tener solo entre ellas el oído del rubio.
-Creo que deberíamos situarnos cada uno a un lado de la puerta... Y entonces asaltarlo. Sé que no estamos en muchas condiciones físicas, pero podría funcionar...

Le gustaba tener esa clase de intimidad con el menor, le hacia sentir mucho mas tranquilo y relajarse por completo, sin embargo su mente estaba pensando como rayos podrían escapar de ese lugar, si tan solo pudiera usar sus poderes o el griego usara los suyos.
Dibujaba una sonrisa en sus labios al escucharle- No conozco Grecia, Katjie, no se mucho sobre su clima -comento en voz baja, ya había dejado de dolerle el cuerpo ahora solo tenia una extraña sensacion de adormecimiento luego de las magulladuras y golpes que le habían causado.

Asintió en silencio a las palabras del menor- Tienes razón, tenemos que hacer algo...en cuanto alguno de los guardias venga a buscarnos, intentaremos algo -dijo con la voz igual de baja para que nadie mas que el peliverde pudiera escucharle, tampoco tenia muchas ganas de esperar pacientemente a que alguien viniera a rescatarle, aunque si eso sucedía, no se iba a quejar demasiado.

Dejo escapar un suspiro, escuchando el plan del menor y asintiendo enfaticamente- Esta bien, podría funcionar...pero seguro nos están vigilando con cámaras -murmuro- Así que por el momento no hay que intentarlo, hay que esperar hasta el ultimo momento, para intentar sorprenderlos -dijo en voz muy baja, acariciando la espalda baja del griego.

Los búlgaros entraron. Se acercaron a ellos después de estrellar la puerta y con rapidez se acercaron a separarlos. Eran 2 soldados en total, que les amenazaban con armas de fuego. Sus ordenes, llevarse a Ian Van Riebeeck. Era uno de los escogidos para la estimulación de ADN.

-¿Cámaras, tu crees? -Le comentó ladeando el rostro.
El griego empezó a buscar con la mirada en las esquinas cuando la puerta se abrió de un golpe violento, haciendo que Nathan diera un salto en su sitio.
No les había dado tiempo a reaccionar como en el plan, y se vio separado casi de una jalada de Ian, mirándole con los ojos bien abiertos.
¿Se lo iban a llevar? ¿¿Otra vez?? Nathan apretó sus labios, e hizo fuerza con tal de soltarse del agarre para ir a por el otro soldado.
-¡¡No!! ¡Dejadlo ir! -Exclamó para luego volver a repetir lo mismo en griego.
Sabía que estaban armados, igual que de una misma forma también había una mera posibilidad que esos tipos entendieran perfectamente lo que les decía en su idioma natal.
Y poco le importaba sus condiciones. Había dicho que haría lo que fuera por Ian, ¿no?

(Dados! 17+ 0 fuerza = 17)
Dado que no podía usar sus poderes por aquella extraña debilidad, cogió la muñeca del búlgaro que le sostenía para girar el rostro y clavar sus dientes en un fuerte mordisco, notando la sangre en su boca.
El agarre se aflojó, por lo que corrió hacia el otro militar apretando sus puños.
-¡¡No os lo llevaréis!! ¡¡Es mío!!

El miembro 'Nathan Wence' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

'1d20' :

Resultados : 17

El miembro 'Ian Van Riebeeck' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

'1d20' :

Resultados : 17

Los segundos se le hacían lentos en cada zancada, y abrió un poco sus ojos cuando el mayor golpeó también al militar y corrió hacia él.
Apretó un poco sus labios extendiendo la mano, y fue como sentirse flotando en la inmensidad de la nada. El tiempo no pareció recuperarse ni tomar conciencia hasta que sus dedos no se rozaron con los contrarios, tomándose ambos mutuamente de la mano.
Nathan dio un giro rápido hacia la puerta, respirando un tanto agitado por la adrenalina y el nerviosismo, saliendo del interior de la celda.
-¡¡Corre!! -Exclamó al sudafricano.
No sabía cómo saldrían de allí, ni cómo podrían enfrentarse físicamente a militares armados. Por un momento, Nathan pensó que deberían haber tomado un arma de las que los militares habían dejado caer.
Pero en aquellos momentos, lo último que hacía era pensar. Sólo los impulsos, las ansias de salir de allí, y sobretodo, el pánico de perder para siempre a Ian le movían hasta hacer semejantes cosas como aquella.

Apretó un poco más la mano contraria. Podía morir.
Pero al menos... Si iba a pasar algo quería estar con el rubio.

(Este post se pasa al comunal)