Disfrutando de una taza de café. [Libre]

“¿Como no vendrás?” Dijo la voz preocupada de Chris con un tono afrancesado bastante potente aun. Jugueteo con la línea del teléfono un poco, con una expresión decaída surcándole. “ Oh mon amour, descansa muy bien y toma muchos líquidos.” Se quedo callado un poco y sonrió algo cansino. “Oui linda, no pasara nada, solo cuidate mucho y avisame si puedes venir mañana.” Después de cruzar unas palabras mas, colgo el telefono.

Ella era su única mesera, Clarisse. Y al parecer tendría que hacer toda su parte ese día. Seriamente, debía de conseguir mas empleados y pronto. Suspiro un poco saliendo a la barra, luego de acomodarse exquisitamente los rubios cabellos en una coleta y miro un cliente. Ajustándose el traje de mesero, se acerco a este, inclinándose un poco con una sonrisa en sus labios.

“Bonjour” Le llamo la atención con su fino acento francés. “¿Desea ordenar o quiere que le recomiende algo de la carta?” Le acerco al hombre un menú bellamente adornado según el tema del café y espero cortésmente a que le contestara.

Aparto la vista de las paginas del libro cuando le escucho hablar en francés, tantas veces lo había escuchado que practicamente era un segundo idioma para el amante de los libros.

Sonrió suavemente al ver al apuesto hombre que le extendía la carta, no parecía un estudiante tenia ese aire de madurez y experiencia que solo se gana con los años- Me gustaría un café negro, bien cargado y sin azúcar...además ¿podrías recomendarme algo para comer? -pregunto con amabilidad, cerrando suavemente el libro y dejándolo sobre la mesa a un lado suyo para después tomar la carta y abrirla.

Sonrio con gentileza al hombre escuchando su pedido y por como se lo pidió, cualquiera se daría cuenta de que no le gustaban las cosas dulces, como lo que vendían ahí por lo general. Se puso a pensar mentalmente en todo lo que había puesto en el menú y después le respondió.

“¿Qué le parece al señor un baccon recién hecho con tiras de tocino al lado y gajos de manzana de acompañamiento? Claro, si no gusta los gajos de manzana se los puedo cambiar por otra cosa que guste.” Y claro que el lo podía hacer, no por nada era su restaurante. Además, no había gente más que ese cliente por lo que se podía dar a la tarea de medio consentirlo un poco.

Al leer el menú confirmaba sus sospechas, el lugar vendía muchas cosas dulces y el, cuyo paladar, no disfrutaba de ese tipo de sabores tendría que sufrir comprando alguno de esos platillos.

Volvió a fijar su vista en el mesero cuando escucho su inteligente sugerencia, sonrió y cerro la carta- Has dado en el blanco, me apetece, y no te preocupes, me gustan las manzanas así que no tienes que cambiarle nada -le extendió de nuevo la carta- Merci -susurro con un marcado acento ingles, que a pesar de todos los años hablando francés y viviendo en Estados Unidos, nunca se había podido deshacer de el.

Sonrió con ligereza anotando la orden en una hoja de su cuadernillo y después, se acomodo la pluma en el pecho, justo donde estaba el bolsillo. Tomo el menú, acomodándoselo bajo el brazo y después le dio una suave inclinación de entendimiento. “De rien d'à cheval” Le dijo llevándose finamente una mano a los labios en un mero gesto de comicidad. Se retiro de la mesa y se acerco a la barra pidiéndole al cocinero si podía hacerse de la orden del hombre.

Despues se acerco a la cafetera cumpliendo con el primer pedido, terminando con una humeante taza de café negro. Se lo llevo con buen paso, primero dejando esa tasa en la mesa y después en nada dejo un plato con pan tostado y mantequilla lista para untar. Claro, se olvido apropósito de la mermelada. “Aquí tiene caballero. En un momento le traeré su desayuno.”

Todo podría haber ido de maravilla si el atractivo mesero no hubiera pronunciado aquello, ¿se había burlado de el?, porque a Andréi eso es lo que le parecía, una broma discreta, elegante y bien elaborada por parte del rubio que lejos de molestarle le saco una suave risa.

-Muchas gracias -susurro apenas tuvo enfrente su café y algo de pan, tomo la taza y soplo ligeramente antes de darle un trago a la bebida oscura, la volvió a dejar sobre la mesa mientras tomaba algo del pan y le untaba mantequilla para comerlo tranquilamente. Le gustaba el lugar o al menos en ese momento, que estaba tranquilo y podía pasar un rato agradable.

Ni él se dio cuenta cuando bromeo. De hecho lo dijo tan natural como si no lo hubiera querido hacer, tan solo le contesto con su idioma. Se acerco a la barra acomodando una de las sillas que había quedado desalineada con los pasados clientes. Se puso a revisar unas cosas, hasta que escucho la voz del cocinero diciéndole que ya estaba. Se acerco a la cocina y tomando la orden se la dejo al cliente.

“Con permiso, espero que le guste su comida.” Le dijo con suavidad, separándose con una bella sonrisa. “Si necesita algo no dude en pedirlo. Estaré tras esa barra.” Termino diciendo y se encamino a la barra, limpiándola un poco y después acomodando unos pasteles en la barra. Y…¿Por qué no? Cerró un poco los ojos y jugo un poco con las feromonas dejando que un rico olor cayera en el ambiente. De algo servía ese poder, para tener cómodas a las personas.

El café y el pan estaba muy bueno, le gustaba el aroma fuerte de la bebida que le despertaba todos los sentidos por completo, era una de esas personas que no podía empezar el día si no se bebía una taza de café bien cargada.

Aun seguía algo sorprendido por la pequeña broma del mesero, le había agradado y por eso cuando le vio acercarse con su orden, sonrió con calidez- Muchas gracias, eres muy amable -comento de lo mas tranquilo antes de observar como el rubio se alejaba de nuevo.

Comenzó a comer mientras abría el libro que traía consigo siguiendo con su lectura, era un habito que había tomado desde que estaba estudiando en la universidad, de repente, un agradable aroma llego hasta su nariz y no era el de la comida, era diferente...le daba algo de paz y tranquilidad, era un olor exquisito, casi podía decir que apetecible.