Cereal de desayuno [Libre / +18]

“¿Qué no hay nada bueno de comer ahora?” Gruño. Apenas se había levantado, aunque fueran las 11 del día, y se había levantado con unas ganas de comer algo bueno, pero parecía que ese domingo no había nadie trabajando o no había más bien nadie en las cercanías. Rodo los ojos, el no tenía ganas de ponerse a cocinar, además de que en esa tarea era un completo imbécil.

“Me lleva la maldita jodida.” A regañadientes abrió el refrigerador y saco leche, de ahí tomo la mentada caja de cereal y comenzó a hacérselo. ¿En qué momento se le ocurrió no aprender a cocinar y depender de Jem para que le cocinara todo? Claro, sabía que no había tenido tiempo de aprender a cocinar entre todas las cosas que les llegaron a pasar. Pero ahora se lamentaba de que todo se le quemara a la primera. Si no fuera porque era cereal lo que se le hacía, podría jurar que se le quemaría también.

Se sentó en la mesa después de poner ahí su plato de cereal y vaso de jugo, tomando el seudo libreto que le habían entregado el día anterior para la próxima película. No es que fuera de muchas hojas, tan solo le marcaban las pocas líneas que debía de decir y después decían en letras todas las posiciones que debía de hacer con su co protagonista.

Tomo un poco de jugo leyendo con paciencia todo aquello que quería que hiciera. Nada nuevo, de hecho. Ya nada mas debía de ver cuando era que comenzarían a filmar.

Se llevo a la boca otra cucharada de cereal mientras sus ojos estaban concentrados en leer lo que debía de hacer. Una serie de piruetas nada más, nada raro. Aunque a veces parecía que querían más a un contorsionista que a un actor porno. Escucho como la puerta se abrió pero como siempre no reacciono demasiado ante eso, pensó que debía de ser primero cualquier persona y prefirió mandarlo al demonio. Claro, hasta que esta persona se poso delante de él. Levanto la mirada captando la presencia de Jem, al cual sonrió de una manera tierna, la única persona a la que podía sonreírle de aquella manera.

Recibió con gusto el beso, alzando la mano para acariciarle la nuca con cierto sentimiento, después soltándolo. Solo que antes de que se fuera, tomo la mano de Jem y lo atrajo de nuevo a si mismo, robándole un beso mas antes de ver como se estaba apartando a hacerle desayuno.

“Estabas dormido, no quería despertarte solo para que me hicieras de comer.” Miro como el trasero de su hermano se contoneaba de un lado al otro, notando las marcas rojizas que había dejado el cuando estuvieron juntos esa noche. Amaba los días libres que tenia, los aprovechaban muy bien los dos. Pero solo había un pequeño detalle.

Se levanto de la silla, caminando hasta donde Jem. En el camino tomo uno de los mandiles que habían dejado los de la cocina y sin pensarlo se poso justo tras su otra mitad, poniéndoselo. “No me gustaría que vinieran los demás y te vieran así…” Abrazo la cintura de Jem por la espalda justo después de ponerle esa única prenda. “No cuando te ves así de apetecible.” No era muy fuerte el abrazo, más bien le dejaba hacer lo que estaba haciendo sin molestarlo. Lo único distinto es que ahora estaba comenzando a repartirle besos por el hombro, como si buscara aquellas zonas que llego a marcar antes. Y es que Jem era suyo, nadie más tenía derecho a marcarlo como él lo hacía, es por ello que cuando miro la primera se acerco a succionarla dejándola más marcada que antes.

Una risilla traviesa salió de los labios de Jess de una manera inconsciente. El comentario de Jem tan solo lo había causado que su cuerpo se estremeciera ante el solo comentario. Demonios, debía de ser un enfermo completo para la sociedad, no conocía a ningún hermano que se amara con tanta intensidad como el amaba al suyo. Pero de hecho poco le importaba, ellos eran completamente felices con lo que tenían juntos y eso era lo importante.

Con delicadeza paso el rostro por el cabello de Jem, sintiendo como el aroma de sexo aun presente en el, estaba entrándole por las fosas nasales haciéndosele aun mas irresistible que antes. ¿Shampoo? ¿Colonia? No, esos no eran los aromas que mas amaba en su hermano, no eran comparables con lo que ahora estaba llegándole, haciéndole sentir de nuevo un poco excitado. Aunque se contenía.

“¿Me quieres dar a escoger? Porque sabes que aun famélico sin comida en el organismo puedo seguir con lo de anoche…” Comento sonriente pasándole las manos a las caderas, acariciándoselas con suavidad. Con nadie mas era asi, no trataba ni a las mujeres con tanta delicadeza como llegaba a hacerlo con Jem. ¿Por qué? Porque él era su tesoro, era su impulso de todos los días y así lo vería siempre.

Arrugo un poco la nariz riéndose un tanto por el comentario. “Si, a mi me gustaría que me la comieras hasta que estés lleno, pero tienes razón, será que mejor comemos y después hacemos lo que nos venga en gana.” Se acerco un tanto más a la oreja de Jem, besándola suavemente. “Si te fijaste ya reemplazaron la mesa que destruimos la vez pasada. Quiero saber que tan resistente es la nueva.” Beso de nuevo esa oreja después de decirle aquello de forma traviesa.

Sonrió con cierta ternura aunque por dentro su cuerpo hirviera con el solo ver como los pedazos de tela caían por los lados de Jem, deslizándose suavemente por su piel como si le estuviera invitando a recorrer con sus dedos aquella zona. “Te veías lindo con el mandil.” Comento para después escuchar el comentario.

Los ojos del gemelo mayor brillaron y un leve sonido salió de sus labios ante la tentación en su entrepierna. No necesitaba mucho para que este se endureciera gracias a Jem, con el solo verlo ya se pondría duro sin siquiera ser tocado. Ese es el efecto que su hermano tenia con su cuerpo y que al parecer nadie había logrado en la larga lista de “amantes” que llego a tener.

“Es mi más grande placer.” Siendo así, los eventos se fueron llevando de tal manera que el poso sus manos en aquella cintura tan parecida a la suya, llevando las manos hasta su redondo y apetitoso trasero. Así como él lo conocía, era tierno pero firme, una combinación tan deliciosa que no se cansaba de enterrar sus dedos en el, acariciarlo y al final terminar haciéndolo suyo.

Compartió el beso húmedo, casi vulgar con el contrario. Las lenguas estaban entrelazadas en un vaivén de movimientos donde no había dominación –aun- donde se reconocían primero, dándose espacio para dejar que el que comenzó el beso hiciera primero lo que quisiera; pero no por ello se quedaba sin hacer nada. Correspondía completamente el beso con una devoción y un amor que nadie más podría comprender. Solo ellos.

Cuando se dio cuenta ya estaba sentado en la dichosa mesa que los estaba recibiendo aquella mañana, sintiendo la dureza de madera bajo su trasero. Sin poder evitarlo, apretó el trasero de Jem, justo cuando su mano había llegado a darle un escalofrió en el pene y lo apretó contra si queriendo que notara –además de con la mano- con su miembro como estaba de excitado ya. “Tú eres el que me hace enloquecer.”

Fue cuando agradeció que no llevara zapatos puestos en ese momento. Tan solo se ayudo con las manos, levantando las caderas para ayudar a Jem y sus pantalones y ropa interior ya habían volado lejos de su cuerpo. Su pene ya había cobrado vida desde antes, pero palpito mas después de ver a Jem bajando hasta quedar de rodillas delante suyo, comenzando a acariciarle. No pudo evitar lanzarle una mirada cargada de amor a este, llevando su mano derecha hasta el rostro del chico, pasándola con cierta ternura justo antes de que se metiera el miembro en sus labios.

“Me gustaría que desayunaras algo más engordador…pero por ahora no me quejo.” Confeso. ¿A quién engañaba? El disfrutaba tanto que el otro le hiciera aquellas mamadas que si se muriera de un infarto al estar en medio de una, moriría completamente feliz. “Mmm” Gimió levemente cuando al calidez estuvo alrededor de su pene, que ya ni le importaba lo fría que fuera a estar la mesa bajo su desnudo trasero. El solo roce con la lengua le causo que se le fueran los pensamientos de su cabeza y escalofríos pasearan por su cuello, dándole una gloriosa sensación.

Si, después de mucho tiempo Jem había mejorado demasiado su técnica, al grado que si alguna de las actrices o actores con los que trabajaba le hicieran lo mismo, el no llegara a sentir el mismo placer, si no es que este llegaba a ser completamente nulo. Jaloneos comenzaron a prodigarse desde su ingle hasta la punta de su pene, haciendo que una sonrisa apareciera en la cara de Jess, mientras este cerraba los ojos disfrutando del trabajo de su amor, sin dejar de pasar la mano por la mejilla de este.

La mano no dejaba de acariciar la mejilla de este, pero ahora había un estilo distinto en la que sus dedos se movían sobre esta, estaba más con necesidad que con cariño ahora. Se relamió los labios para después mordérselos con unas ganas con el solo sentir la lengua tocándole cada parte de su pene. Esas chupadas, esa penetración, todo en los movimientos lo volverían loco en cualquier momento y eso se notaba por como la piel se le afribaba.

“Mm” Gimió justo después de escuchar su nombre. Los dedos ahora ya no estaban en la mejilla, si no que se encontraban ahora en los rubios cabellos, apretándolos, soltándolos, haciéndoles de todo, hasta el jalonearlos en búsqueda de más movimiento. Su cabeza se lanzo para atrás gracias a la mamada que le estaba haciendo, conteniendo cualquiera de los sonidos que le fueran a salir de la garganta.

“Ah…demonios mi amor…” Susurro apenas, envuelto en un nudo de placer incompleto. Lo hacía demasiado bien y lo peor es que con el solo ser el, sabía que se podría venir en cualquier momento con solo tenerlo así. Sin pensarlo mucho halo sus cabellos haciendo que lo mirara y que se sacara medio miembro de la boca, apenas dejándolo con la punta entre sus labios. Con solo verlo en esa posición, mirándole a los ojos, un no se que atravesó su cuerpo de golpe, calentándolo aun más que antes.

“Ven aquí arriba y móntame ahora mismo.” Le ordeno directa y rudamente, casi diciéndole con la mirada el ‘si no lo haces, te arrojo a la mesa, te abro las piernas y te destruyo el culo hasta que se me pegue la real gana.’

No se evito el regresar la mordida pero acompañada de una rápida lamida, para después pasarse la lengua por el labio mordido. Le miraba con un brillo especial en los ojos, derramando excitación cual si fueran lagrimas; vilmente se le podían ver los halos de fuego cruzándole una y otra vez las distintas coloridades oculares, mientras se le estaba formando una sonrisa en los labios. Toda su cadera estaba temblando de la expectación, esperando por sentir el tierno, estrecho y caliente culo de Jem apretándole toda su longitud. Y casi con desesperación, le tomo las caderas, posando una mano de cada lado, sintiendo la estreches comenzando a apretarse.

Justo como lo conocía, por más que ese trasero fuera usado siempre mantenía esa estreches que adoraba. Podía sentir como se le estaba apretando desde el glande hasta que el trasero choco con los testículos. “¿Te gusta verdad? ¿Te encanta que te la meta hasta la garganta?” La voz le estaba saliendo enronquecida gracias a las penetraciones que se hacia Jem, las cuales no duro en acompañar con su movimiento pélvico.

En nada, ya estaba haciendo que la cadera y trasero chocaran de golpe en un ruido rápido y fuerte, seguido del de la mesa estrellándose continuamente contra la pared de la cocina. Estaba seguro que en unas mas quedaría una severa marca en la pared por desprenderse la pintura.

Una de sus manos se despego de la cadera de Jem, para llevarla a su nuca y acercarlo de golpe. “Bésame James.” Susurro a este con un sonido gutural, rosándole los labios sin convertirle en beso.

Tomo los labios de Jem con un hambre inigualable. Mordió sus labios, los chupo y se dejo hacer por el contrario. Abajo, era otro cuento, con solo sentir como estaba bajando y subiendo deliciosamente sobre su pelvis y también la fuerza con la que se movía, su cuerpo ardía con tanta fuerza que sudaba todo lo que tenia. La piel estaba aperlada del salino líquido, causándole que brillara ligeramente con la poca luz que daba la lámpara.

Y le hizo caso, estaba moviendo sus caderas con toda la fuerza que podía en la posición, sintiendo como topaba la punta contra la próstata y aparte las paredes. “Mmmm” Esas paredes que no hacían mas que succionarle cada parte de su miembro. Aquellas que parecían querer arrancárselo de una sola opresión pero le soltaban hasta cierto punto. No entendía aun como James podía seguir siendo tan estrecho como lo era después de joder tanto como jodian, pero si se lo preguntaban ahora era lo que menos le importaba. Amaba ese culo expuesto.

“También te amo…” Jadeo con fuerza sintiendo que la vista se le quería nublar, mas aun le faltaba. El cuerpo se le encendió en llamas con solo sentir la mano de Jem comenzando a moverse entre los dos cuerpos y el solo conocimiento de que este estaba masturbándose se le hizo tan sexual que quería verlo desde otra posición.

Agarro con fuerza esas caderas y aun estando dentro de su cuerpo, lo levanto y después lo dejo recostado de espaldas a la mesa. Justo cuando miro que la piel de Jem si quiera toco la fría madera comenzó a penetrarlo de la misma manera que antes, no, era distinto, ahora lo estaba haciendo con un ardid más duro, mirándole desde arriba. “Ah…Dime que es lo que…” Estocada. “Tienes para…” Estocada. “Quiera hacer esto por…” Estocada. “Siempre…” El quería vivir en Jem, quería que su pene siempre estuviera en su interior y no sacarlo nunca. Parecía enfermo, pero era tan satisfactorio.

Y así continuo penetrándolo con todas las fuerzas que tenia mientras su piel sudada se frotaba contra la de Jem, sintiendo una deliciosa fricción aparte de la de los genitales, llevándolo a agacharse y lamer su hombro, hasta terminar mordiéndolo, dejando una marca en este. Sabía tan rico ese salado que termino haciendo lo mismo en toda la extensión de su cuello, dejando las mismas marcas mientras pudiera sincronizarlos con el movimiento de sus caderas. Estaba ya casi apunto.