Breaking the Habit (Libre)

Había caído la tarde, y por distraer su mente del deseo de volverse a submergir bajo el agua, Joshua deambulaba por los pasillos con el entrecejo ligeramente fruncido.
El agua estaba demasiado fría como para estarse mucho rato y él, acostumbrado a las cálidas aguas australianas, no tenía tanto aguante como deseaba.
Crusaders le ofrecía pocos lugares que le llamaran la atención, salvo dos. Y uno de ellos, la biblioteca.
La lectura era algo que verdaderamente fascinaba al pelirrojo, y si podía sacarle de pensar en que era un tanto incómodo el territorio americano, mucho mejor.
Paseó su mirada por las estanterías de libros de fantasía, tomando uno de Pratchett, ojeándolo distraído.

Suspiró despacio: Palabras, imágenes producidas por la mente encerradas en un poco de tinta imprimida en trozos de papel.
Falsas realidades que, desgraciadamente, se olvidarían cuando cerrasen las tapas o, simplemente, cuando la enfermedad del autor achacase hasta la muerte.
Ignoró cualquier sonido de su alrededor, sintiendo, al menos, que ya no estaba en la academia.
"Bien, bien, eso es un paso" Se dijo a sí mismo.
Se apoyó un poco en la estantería leyendo, pero notó enseguida que esta se movía para atrás, incorporándose enseguida y viendo que un libro caía sobre un chico de cabello blanco que estaba cerca, leyendo distraído un libro.
-Ups...

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Ya casi podía visualizar en su mente como el libro golpeaba la cabeza del desconocido y lo derrivaba en el suelo. Pero no podía hacer otra cosa para evitarlo.
Empujarlo era solo estúpido. Así que, inevitablemente, el libro golpeó al peliblanco. Solo que, en vez de tirarle al suelo, este solo quedó un tanto desorientado.
Lo miró fregarse la cabeza, mirar el libro y, tras dudar un poco, cojerlo del suelo y empezar a buscar una escalera.
Joshua no pudo evitar sentirse un poco mal pues, al fin y al cabo, había sido su culpa.
-...Disculpe -Espetó acercándose- Démelo a mi, ya lo guardaré yo...

Siguió buscando con la mirada la escalera hasta que escuchó una voz desconocida para él hablándole. Cuando se giró para ver de quién se trataba se topó con el chico que había estado en la estantería contigua a él, leyendo. Al escuchar sus palabras sonrió levemente y negó con la cabeza, aunque aquello hizo que de nuevo un par de pinchazos sacudieran su cabeza donde el golpe.

- Si es por el golpe, no se preocupe... - habló con el mismo respeto hacia el otro, observándole detenidamente como hacía siempre con todos los que se encontraba. Era la primera vez en toda lo que llevaba de escuela que se encontraba con alguien tan moreno. Tal vez viniera de algún país soleado, cosa que hizo que riera interiormente.

El australiano parpadeó un par de veces, extrañado. Sinceramente, el otro chico estaba más blanco que un vaso de leche, tanto de piel como del tono de pelo. Parecía un fantasma.
"¿Estará enfermo?" Pensó alzando una ceja. Negó un poco.
Bueno, hay gente que es muy blanca de piel... Aunque eso superase todas sus expectativas.
Cayó entonces de su desvarío mental, viendose observado fijamente, lo que le hizo encogerse un poco.
"¿Qué miras? Tu también eres un raro si estás aquí" Estuvo a punto de contestarle, pero simplemente optó por sacarle el libro de la mano, mirándolo por unos instantes.
-Es lo mínimo que puedo hacer -Respondió con amabilidad. No faltaría al respeto.
Suspiró y encontró una escalera a un lado, moviéndola por los estantes, buscando de dónde había caído exactamente.

Siguió buscando una escalera hasta que de repente notó que el libro le desaparecía de las manos, dirigiendo su mirada hacia el pelirrojo y viendo como ahora era éste el que lo sostenía. Iba a decirle de nuevo que no hacía falta cuando vio cómo encontraba la escalera y miraba dónde iba ese libro.

— Bueno.... entonces supongo que debo darte las gracias. — comentó sin dejar de observarle. — Creo... que era ese de ahí — señaló el estante del cual pensaba que había caido, mientras se volvía a tocar el golpe notando un pequeño bulto. Bien... gracias a aquello le había salido un chichón de los gordos, menos mal que el pelo se lo tapaba un poco...

Movió despacio su cabeza entre tantos libros, leyendo sus títulos y autores con tal de situarse alfabéticamente.
Pero, como en toda biblioteca, eso era un caos de páginas y palabras. Desconcentró su atención mirando de nuevo al chico, que parecía indicarle un hueco.
Dio un leve parpadeo antes de alzar su rostro estantes arriba, a uno de los más altos donde, le parecía percibir, había un hueco.
Afirmó volviendo su atención al peliblanco, que se frotaba la sien.
-Está muy alto, necesitaría que sujetara la escalera -Después de un silencio, ladeó la cabeza- ¿Se hizo daño?
Joshua se inclinó un poco, con tal de entrever la rojez de la cabeza contraria.

Su mirada se quedó fija en un punto en concreto de la estantería, parpadeando un par de veces más antes de mirar al muchacho sobre la escalera. Asintió con suavidad ante la petición de que le sujetara la escalera, acercándose a ésta para apoyar las manos y que la susodicha no se tambaleara. Lo que menos convenía en aquellos momentos era que hubiese otro herido por culpa de aquella sala.

Después escuchó la pregunta de si se había hecho daño y negó suavemente, con una pequeña sonrisa tranquilizadora.

— No se preocupe, nada que un poco de hielo no pueda bajar... tal vez tenga un pequeño chichón, cosa que no me extraña debido al tamaño del libro... — bromeó divertido, restándole importancia al hecho.

-Hay algunos libros que son demasiado pesados... En ambos aspectos -Respondió amable, dibujando una pequeña sonrisa educada.
Joshua colocó el libro bajo su brazo y, sosteniéndolo con fuerza, empezó a subir las escaleras, concentrado en encontrar de nuevo el espacio vacío al que correspondía el tomo.
Paseó su dedo en los lomos hasta encontrar el hueco y, tras revisar que coincidiera con la serie lo colocó.
Miró al chico y bajó con cuidado, frunciendo un poco el ceño
¿Tenían que ser tan pequeños los escalones?

Una suave risa salió de sus labio ante ese comentario. Bastante ingenioso.... Cuando vio que el otro iba a subir se acercó a la escalera y la aguantó con firmeza, evitando así que el otro pudiese caerse. Sin poder evitarlo (y sin que el otro se diese cuenta) su mirada recorrió el cuerpo del otro al subir, sonriendo ligeramente para sus adentros. Después del tiempo que llevaba en esa academia, se le seguía haciendo raro ver a alguien tan moreno por alli. Cuando bajó se separó de la escalera, llevándose una mano a la nuca.

— De nuevo, muchas gracias... — agradeció con una ligera sonrisa. — Por cierto, ¿cuál es su nombre? Se me hace algo raro tratar a alguien aquí de usted que no sean los profesores... — confesó con una ligera risa.

Joshua terminó de bajar los escalones, haciendose a un lado para poder mover la escalera.
Claro que, entonces no tenía prisa. Se agarró mejor a la escalera mirando detenidamente al desconocido, esta vez fijándose mejor en sus rasgos: No solamente tenía la piel exageradamente blanca, así como el cabello albino, sino que además un ojo de cada color, y lucía en su labio un pendiente.
Clavó su mirada en la contraria, intentando analizar el qué pudiera esconder esa sonrisa.
Porque todo el mundo escondía algo. Siempre. Un lado oscuro y negro, feo, horrible, la bestia del humano.
Y él mismo, por no ser totalmente humano, aún más bestia debía ser su otro yo.
Sin embargo, era alguien educado. Afirmó despacio.
-No ha sido nada, debía arreglarlo yo... -Le tendió la mano- Joshua. Mi nombre es Joshua. Es un placer, Aníbal.
Parpadeó mirando el chichón, y vaciló en llevar su mano a revisarlo. Pero eso sería imprudente de su parte.
-Deberíamos llevarle a la enfermería

Aguantó con fuerza la escalera hasta que el pelirrojo acabó de bajar por ellas, quedándose ligeramente apoyado sin dejar de observarle. Notaba que él también parecía analizarle pero no le importó. Aunque intentaba siempre 'protegerse' de los demás para evitar que averiguaran demasiado, no les iba a negar la posibilidad de intentar adivinar cómo era realmente en su interior, y eso se lograba observando atentamente los detalles del contrario.

Cuando le tendió la mano se la estrechó con educación y firmeza, diciendo también su nombre. Después el otro insistió en ir a mirar su golpe y volvió a negar levemente.

— Ya se lo he dicho, no es nada... seguramente en la enfermería me dirían lo mismo, un poco de hielo y ya está. — para algunos aspectos era realmente cabezota.

Estrechó la mano contraria, teniendo la vista fijada en los ojos contrarios.
-Aníbal -Murmuró.
Un nombre curioso, sin duda alguna. Joshua se quedó un tanto pensativo, intentando repasar a cuánta gente que se había cruzado se llamaba Aníbal.
Y la verdad, es que ninguna persona, llegando a pensar que tal vez el chico paliducho era, como él, de fuera de américa.
"Bien pensado... No bajó él del helicóptero?"
-¿Y de dónde sois? No es un nombre muy común -Añadió finalmente.
Arrugando un poco la nariz, llevó su mano a apartarle unos mechones de cabello que cubrían el golpe.
Jamás el australiano había visto una persona tan tozuda, y eso a pesar de la marca rojiza que lucía en la cabeza.
Pasó un poco su dedo, notando un ligero bulto.
-Venga conmigo -Le ordenó.

Su mirada no vaciló cuando el otro le miró fijamente, aguantando con una ligera sonrisa en sus labios. Tampoco quería incomodar demasiado al pelirrojo, además, le llamaron la atención las pecas que tenía bajo el ojo, llevando allí inconscientemente su mirada.

No le extrañó que preguntara de donde era, al fin y al cabo su aspecto y su nombre no eran muy propios de alguien americano. Rió un poco cruzándose de brazos.

— No, no lo es por aquí.... Soy de Georgia, en Europa — comentó haciendo un gesto con la mano.— ¿Y usted? — preguntó como mero formalismo. Realmente no sabía si era americano o no, tampoco era que le importara mucho el hecho, pero por lo que había visto a veces los americanos de las zonas de costa también tenían ese tono de piel.

Alzó ligeramente la ceja al verle llevar su mano al golpe, ya que no se lo esperaba, pero tampoco hizo nada para evitarlo. Después notó el dedo del otro pasar por encima, haciendo que sintiera un leve pinchazo que causó que entrecerrara un poco un ojo. Vale, dolía más de lo que parecía. Al escuchar la orden rió un poco más, no como burla ni nada de eso, sino divertido al ver a otra persona tan cabezona como él.

— Hasta que no vaya no va a parar de insistir, ¿no? — comentó con el mismo tono divertido, sin buscar molestarle u ofenderle. — Está bien, vayamos pues.

Tomó los lados de la escalera, arrastrándola con suavidad sobre sus ruedas dedicándole al peliblanco una sonrisa amable.
-Es obvio que no -Respondió con una suave risa, llevando la silla a un lugar más cómodo, esperando que el otro le siguiera.- No tiene buen aspecto ese golpe.
Lo miró mientras le escuchaba, con una ligera curiosidad en su rostro. Georgia. Se mantuvo unos segundos en silencio situando en un mapa mental dónde caía aquél país.
Más o menos de Europa, más o menos del Este, un país cercano a Rusia, si no le fallaba la memoria.
Alzó ligeramente su vista al techo, dando un pequeño suspiro.
-Eso debe estar lejos... Y hará mucho frío. -Soltó la escalera y miró a Aníbal unos segundos, afirmando- No, yo no soy de por aquí.

Recorría los pasillos de estantes, sin apenas hacer ruido con sus pisadas, hablando en una voz suave, pausada, con aquél inglés tan diplomático característico de Australia. A pesar de haberse educado en un ambiente tan turístico y lleno de gente joven, Joshua siempre había mantenido aquél característico tono.
-Yo soy de Australia -Respondió hasta que llegaron a una zona con mesas, donde algún alumno consultaba un libro, parándose ante la máquina de refrescos- Concretamente, de New South Wales
Pasó su mirada en los botones, sacando una moneda.
-Dime, Aníbal... ¿Naranja o Limón?

Guardó ambas manos en los bolsillos del pantalón cuando el otro empezó a caminar portando la silla a otra parte, a algún lugar donde fuese más de utilidad. Cuando le comentó que el golpe no tenía buen aspecto instintivamente se llevó la mano al golpe, rozándolo apenas con la yema de los dedos y notando de nuevo ese pinchazo. Por cómo lo notaba, tal vez ese golpe le duraría una semana o incluso menos. Pero había sufrido heridas peores, tal vez por eso no le daba la importancia necesaria al golpe.

— ¿No? Esperemos entonces que se baje pronto la hinchazón. No quiero tener esto lo que queda de curso. — Comentó divertido.

Después le dejó tiempo para que se situase, pues eran muchos los que confundían su país natal con uno de los estados del país donde residía actualmente. Sin embargo una leve sonrisa se posó en su rostro cuando el otro lo situó, suponiendo el frío que hacía allí. Simplemente asintió, recordando las temperaturas tan bajas que se alcanzaban sobretodo en invierno. En esa época, la palabra 'frío' se quedaba corta.

Con calma siguió al muchacho de cabellos rojos, desviando de vez en cuando la vista hacia el resto de estantes, repletos a rebosar de libros de diferentes materias, hasta que acabaron llegando a lo que parecía ser una zona de descanso con algunas máquinas de refrescos y refrigerios. Cuando escuchó de dónde procedía se sorprendió bastante, pues no pensaba que viniera desde tan lejos. Es más, por su acento nunca lo habría adivinado. Él, por suerte, había logrado aprender lo suficientemente bien el inglés como para que no se le notara demasiado, aunque de vez en cuando sí se le podía adivinar un atisbo de acento del este.

— Vaya... al parecer no soy el único que viene desde lejos... — comentó en un medio susurro para no molestar a las personas que hubiese cerca. Después, ante la elección que le planteaba el australiano se quedó unos segundos pensativo. — Hm... limón, siempre me ha gustado ese punto ácido — sonrió mientras miraba en sus bolsillos para ver si tenía alguna moneda suelta con la que comprarse el refresco.

El australiano alzó ligeramente una de sus cejas, sonriendo de lado de forma un tanto más confiada.
Aníbal parecía un tanto sorprendido, y en algún punto no le extrañó: Australianos en América, seguro que muchos, pero lo primero que la gente pensaba es que era una mezcla extraña entre inglés, escocés y algún habitante de un clima cálido como las Maldivas.
Hizo un leve gesto con la cabeza, entrecerrando los ojos.
-Somos dos extraños en este país entonces -Comentó casi en un susurro mientras se giraba a la máquina e introducía una moneda, dejando caer la lata de limonada.
Se agachó a cojerla y, volteándose al peliblanco, se la apoyó en la inflamación.
-Ya que no quieres ir a la enfermería, hay que improvisar algo -Rió con suavidad- No creo que lo lleves todo el curso...

Con los brazos cruzados no dejaba ni un momento de observar al muchacho, analítico como siempre, como si quisiera averiguar sus intenciones si es que habían algunas tras esa amabilidad. Cualquiera podía ser amable si había algo interesante de lo que sacar algún provecho. Sonrió suavemente al escuchar su comentario, bastante acertado aunque no solo por sus nacionalidades. Por lo que eran, seguramente todos en aquella academia serían extraños en cualquier país al que fueran. Pero ese fue un comentario que decidió reservarse para sí mismo mientras veía cómo el pelirrojo se agachaba a coger la lata. Susurró un 'gracias' mientras extendía la mano para coger la lata, pero se sorprendió al ver como el otro la apoyó en su frente, justo donde estaba el golpe, proporcionándole algo de alivio. Aquél gesto por parte del australiano logró arrancarle una leve risa, sin ninguna mala intención.

- Es una buena forma de improvisar, si... Además, sí que calma bastante. - comentó sin borrar su sonrisa, cruzándose de brazos para mirarle. Permaneció unos minutos en silencio, notando cómo la zona del golpe se iba calmando por momentos con el contacto de la lata. Tras esos minutos decidió sacar algún tema de conversación. - No recuerdo haberte visto mucho por aquí... ¿eres nuevo o yo soy demasiado despistado? - preguntó con un cierto aire de broma.