Encuentro accidental. [Privado Jace]

Jace caminaba por el parque, despreocupado y hasta en cierta parte sonriente. Como siempre, cada vez que contemplaba naturaleza… su mente se nublaba y se distraía de una manera agradable. Lo único malo es que como ya casi era diciembre… el viento soplaba con fuerza y le escaldaba hasta los huesos. Se frotó con fuerza los brazos mientras caminaba y bufó levemente al de repente sentir mucha euforia. Un grupo de niños jugaba a lo lejos futbol soccer. No es que le desagradara el deporte en sí, pero si le desagradaba que eran muchos niños y eran tantas sus emociones que lo estaban contagiando como siempre en contra de su voluntad. Luchó contra los sentimientos ajenos cuando escuchó un : ¡Hey Cuidado! Distraído como estaba volteó para ver de dónde provenía el grito pero solo le sirvió para ponerle la carota a un maldito balón que vilmente le estampó su marca en la frente. Cuando el bendito balón cayó al suelo, Jace se llevó las manos a la cara para sobarse. “Mi hermoso rostro” pensó con la sangre hirviéndole. Sintió como de repente alguien le tocó el hombro y una corriente de vergüenza le atravesó la columna.

—No me toques… —espetó molesto volteando con el imbécil que le había golpeado. Su sorpresa fue inmensa cuando se dio cuenta de que había sido el muy imbécil de su compañero de habitación. —Sí —afirmó viéndolo con desprecio— yo, Jace. Tu hermoso compañero de habitación —se sobó la nariz— que por tú maldita culpa puede que se le hinche el rostro. Me vas a costar un bien faje o algo. Con el rostro así espantare a mis victimas.

Jace vio a Kruger con un odio impresionante. Jamás en la vida había sentido tanto desprecio por alguien en particular. Herondale odiaba al mundo en general, pero Kruger se estaba ganando un lugar especial ganándose el merito de “La persona más odiada para Jace”

El muy idiota del otro castaño se estaba riendo en su cara… ¡Y qué cara! ¡En su carota mejor dicho! Se le estaba inflamando la nariz y el golpe le punzaba. Ese maldito Kruger tenía bastante fuerza en su patada, y de hecho no dudaba que hubiese sido a propósito y que sólo hubiese fingido que había sido un accidente, después de todo sentía como el odio del otro se emanaba por todos sus sentidos. Jace, a pesar del dolor punzante se carajeó de su comentario y levantó una ceja.

—¿Y cómo sabes el tamaño de lo que tengo entre mis piernas? ¿Acaso me espías cuando duermo? ¡O ya sé! De seguro te la has de pasar fantaseando por el tamaño de mi pene. Pues déjame te digo que puede que mi ego sea grande… pero todo es proporcional, querido —musitó con su típica sonrisa torcida.

Herondale caminó con pasos seguros hasta posarse delante de Kruger. Cerca, muy cerca… prácticamente sus narices se rozaban. Los ojos estaban entrecerrados y su respiración estaba levemente acelerada. Estaba furioso por sus últimas palabras.

—Aunque se me hinche la cara… seguiré siendo atractivo. Inclusive estoy seguro que soy atractivo hasta para ti —entrecerró más los ojos y chasqueó la lengua— es una lástima que no me gusten los mariquitas como tú… que si no te hacía el favor de darte la follada de tu vida para que se te quite lo envidioso y antipático con mi hermosa persona.

Jace no pudo evitar lamerse los labios mientras le escuchaba decir que “no era nada impresionante” levantó una ceja en forma sensual y siguió sin hacerse para atrás. Sentía su odio y su desprecio, pero no le intimidaba en lo más mínimo. Todo de Mark Kruger le daba igual. Todo, absolutamente todo de él le daba igual. —Pues yo creo que es justo lo contrario… mi pene es tan impresionante que no puedes evitar espiarme porque jamás he andado desnudo cerca de ti —puso una mueca de asco— por más compañeros de habitación que seamos, yo no ando viendo a tú… —su mirada viajó al sur— “amiguito”.

Sus alientos se mezclaban al ritmo de la respiración agitada de sus pechos. Como si todo el odio y todo su rencor se estuviera mezclando con el oxigeno y cada uno lo estuviera respirando. Envenenándose hasta las entrañas. —Dudo que puedas quedarte sin sexo… —recordó el primer día que se conocieron, cuando había hecho que este se masturbara— si se nota que te encanta —se carcajeó ligeramente — y créeme— se acercó mucho más a su cara, a un ligero roce de labios— que puedo cumplir los más exigentes gustos en cuanto al sexo… —le sopló en los labios— Créeme que conmigo gritarías como jamás has gritado. Rogarías como nunca has rogado, pero sobre todo... te correrías como jamás te has corrido. Es una lástima que jamás podrás comprobarlo—. Le sonrió de lado como siempre, pero esta vez su sonrisa era muy coqueta, muy sensual… era una sonrisa seductora. Quizás no era a propósito, pero no podía evitarlo. Mark le daba en el orgullo y por más gay que este fuera… Jace no iba a permitir que quedara en tela de juicio su efectividad en la cama… que por cierto, era muy, muy buena.

Jace vio como su detestable compañero de habitación cerraba los ojos y sintió una mezcla de sentimientos que siempre terminaban en puro odio y rencor. Eso estaba bien, no quería ocasionarle empatía de ningún tipo… sólo que sí le pesaba en el orgullo que este dudara de su virilidad. —Yo creo que más bien tu decepción es por el hecho de que sabes que por más rico y antojable que sea mi pene, jamás seria para ti... perro —sonrió levemente con los ojos enfocados en los contrarios orbes aquas —Y créeme que tu “amiguito” es algo que jamás querré ver en la vida— su cara mostró un absoluto gesto de asco y se estremeció ligeramente al pensar en “el pene de Mark Kruger”. ¡Y es que Kruger no conocía la decencia y se la pasaba desnudo en el cuarto que compartían! Ciertamente Jace tampoco conocía la decencia, pero no se podía pavonear desnudo por la habitación por miedo a que el pyrokynetico lo anduviera espiando. Que para el caso... sí lo había hecho. Resopló ligeramente molesto.

Cuando Jace se acercó al ligero roce de labios con el otro, sintió demasiadas emociones en Kruger, tantas que batalló en distinguirlas todas, furia, humillación, desprecio… pero muy a pesar de todas ellas pudo distinguir un poco de lujuria, expectación… deseo. Escuchó todas las palabras del otro castaño con una hermosa sonrisa triunfal. Por más que Kruger lo negara, e inclusive si no se daba cuenta… Jace sí le causaba estragos en su cuerpo. —¡Oh sí que te gusto, Kruger! —le aseguró mirándolo abrasadoramente— y por más que mi cara parezca a la de un pescado… aún así puedo provocarte—Jace estaba molestándolo a un nivel más allá de su propia lógica y enfocado en comprobar sus palabras, acortó completamente la distancia entre sus bocas y lamió ligeramente sus labios. Una cosa de nada. Un simple roce de su lengua. Humedeciendo sensualmente el labio inferior del otro. Se separó volviendo a poner la misma distancia anterior y se carcajeó al sentir todas las emociones del otro.

(Dados: 11 + 2 =13 Activación de poder exitosa. 18+2 = 20!!!!! WIIIII!!!)

—Y aún falta lo mejor— no podía faltar en un día como ese, la cereza del pastel para molestar a Kruger. Jace se concentró con todas sus fuerzas y emanó olas enormes de deseo y lujuria hacia su persona. No un deseo sutil, o coquetón. No. Era demasiado fuerte, carnal, posesivo, animal… una clase de deseo que volvería al más santurrón y mojigato en la puta más arrastrada del planeta. Jace miró con expectación a su fastidioso compañero de habitación y levantó una ceja —¿Qué te pasa, perro? ¿Tanto me odias que por más que te mueres porque te joda prefieres irte a llorar como un bebé a algún baño mientras te la jalas? —se carcajeó con fuerza y se cruzó de brazos, ahí… a milímetros del rostro contrario.

Jace a decir verdad, no tenía ningún problema con los gays, cada quien follaba lo que se quería follar. Pero molestar a Kruger era tan divertido que hablarle despectivamente sobre el tema y sentir su coraje le mataba de risa. Curiosamente al inglés no le incomodaba en lo más mínimo estar tan cerca del otro… o haberle lamido los labios. Todo fuera por chingarse al otro… todo fuera por eso.

"Esto es la guerra, Kruger"

Jace se carcajeó de cada una de las frases, muecas y expresiones del estupido de su compañero de habitación. Kruger podía decir todo lo que quisiera, podía amenzarle con eso de acostarse con él para humillarlo… pero obvio que eso jamás sucedería, para empezar Jace jamás lo permitiría. Se cruzó de brazos y levantó una ceja mientras la sonrisa burlona se asomaba por la comisura de sus labios.

—¡Esperare ese día con ansias Kruger. Por favor, hazme saber cuando reconocerás porque te mueres porque te folle para poder mandarte al carajo! —se carcajeó con ganas y lo vio huir para buscarse consuelo para su miembro— ¡Igual hazme saber si ocupas de una mano amiga!— agregó y volvió a reírse.

Jace se sobó un momento la cara que aun le punzaba por el balonazo y respingó. Mark Kruger era sin dudas la persona que más le desesperaba y la persona con quien más se había cizañado. Le detestaba y le detestaría siempre…