Segundo encuentro [Post de baile] (Ian)

Observó preocupado al profesor, luego a Ian y finalmente la botella de vodka empinada en los labios del sudafricano.
Aún manteniendo el cupcake intacto, su mirada quedó hipnotizada en el líquido trasparente que se iba vaciando en la boca contraria, y lo único que el griego fue capaz de hacer fue subir su mano a su boca.
-¡P-Profesor, ya es suficiente! -Exclamó algo sorprendido.
Algo exajerado, como solía ser, Nathan temía que el rubio se fuera al suelo lleno de alcohol y luego se fuera a encontrar mal. Sin embargo, parecía encontrarse bien.
Con los ojos bien abiertos, suspiró algo más tranquilo. Se despidió con la mano de Yorke cuando fue arrastrado por el mayor.

A pesar de no haberle sentado mal, si le notó un tanto tocado. Tenía las mejillas levemente coloreadas. Y siendo sincero, Nathan encontraba que tenia cierto punto adorable.
Le sonrió con cierta ternura cuando le besó la mano.
-No te disculpes, al menos estás bien -Le respondió calmado.
Parecía que ambos se devolvieran la sonrisa. Una situación curiosa, pero al peliverde le parecía agradable aquél intercambio.
Observó por un momento los manjares de la mesa.
-Deberías comer algo, así no te hará daño el alcohol... -Fue cuando miró el cupcake de su mano. Se había despistado de tal forma que ni lo había provado.
Aunque... Cruzó su mirada un poco agudizada con la otra, sonriendo un poco voluptuoso.
-¿Quieres? -Preguntó ofreciéndole con cuidado.

Le encantaba la preocupación que el menor demostraba por su persona, sobre todo esa hermosa sonrisa que se delineaba en sus carnosos labios por algún motivo tenia unas ganas locas de devorarlos a besos, su corazón bombeaba con fuerza dentro de su pecho.
Dejo escapar una suave carcajada al escucharle hablar- No, no te preocupes...no necesito comida, al menos no de ese tipo -dijo en voz baja, acariciando la mano del griego, sonriendole de forma coqueta.

Parpadeo algo sorprendido por el ofrecimiento del peliverde, esa frase tenia un significado oculto y podía darse cuenta de ello, no había visto esa parte de la personalidad de Nathan pero le gustaba- Claro, si me lo das tu, con gusto lo probare -se inclino sobre la mano que sostenía el cupcake.

Le dio una mordida grande al postre, suspirando con suavidad al sentir el dulce sabor inundando sus papilas gustativas, relamió sus labios y de manera atrevida paso su lengua por sobre un pedazo de piel de la palma de la mano del griego, mordió ligeramente antes de separarse y seguir degustando cualquier resto de dulce.
-Muy rico, sobre todo con tu sabor Nat -dijo con una sonrisa picara en sus labios, mirándole de manera intensa.

Observó al mayor degustar el dulce, tomando especial atención en como los dientes se clavaban en el bizcocho, así como la crema se deshacía contra los tibios labios contrarios.
En la mirada violácea del griego, había cierta fascinación, entrecerrando sus ojos al sentir además el suave mordisco en su mano.
-¿Esta rico, de verdad? -Tenía que alzar levemente su rostro para mirarle.
Alzó un poco su mano para lamerse ligeramente la muñeca.
-Yo no me noto sabor alguno -Añadió con una leve risa poco antes de dar un pequeño mordisco al dulce.

-Si, sabe exquisito -dijo con un tono bajo y sensual, afilando su mirada que brillaba intensamente, observando con atención como el menor lamia la zona de su muñeca de una manera sumamente tentadora. Llevo una de sus manos a la mejilla del griego, acariciándola con suavidad con la punta de sus dedos.

Sonrió ampliamente mientras le veía comer, con esas ropas se lucia aun mas su hermosa y sexy anatomía, sobre todo que si no lo conociera seguramente lo confundiría con una chica-...Nathan, ¿Quieres bailar? -pregunto suavemente, deslizando sus dedos por la fina linea del mentón hasta su cuello, acariciando la piel de ese lugar antes de apartar su mano.

La verdad es que el cupcake era delicioso. Notó que tenía un poco de relleno de mermelada de melocotón, relamiéndose mientras notaba los dedos de Ian acariciar casi imperceptiblemente su mejilla.
Alzó su mirada unos instantes al contrario, que escondía cuidadosamente su rostro tras un antifaz. Le sonrió con cortesía acabándose el cupcake.
Sinceramente, había ido a la fiesta de Halloween con la esperanza de encontrarle, y sin embargo, parecía que más bien él le había encontrado. En Camerún le causó cierto respeto, algo de miedo como los demás compañeros, pero a su vez tenía algo que le causaba fascinación, queriéndose acercar a él.
Y el encuentro, por el destino o azar, en la sala... La piel se le puso suavemente de gallina al recordar la anatomía contraria semi-iluminada por la luz de la televisión.
Alzó un poco el rostro contra más bajaba la mano por su cuello, escuchándole la forma que pronunciaba su nombre.
-¿Bailar? ¿Contigo, Ian? -Le sonrió acariciándole la mano- Claro, aunque... ¿No tienes miedo a que te pise o tropiece?

Ese chiquillo tenia algo, a pesar de ser tan torpe, algo que lo hacia tremendamente encantador e irresistible para el sudafricano, desde que el destino los junto en el mismo equipo en África. Llamo su atención pero termino por fascinarle y llenar sus pensamientos aquella noche de tormenta en la sala. Por alguna razón su corazón latía con desenfreno, la sangre corría por sus venas con rapidez y sentía una especie de calor agradable en toda su anatomía.

Rozo suavemente la manzana de Adán del griego antes de separar sus dedos, tenia una sonrisa seductora y divertida en sus labios, miraba atentamente cada gesto, cada parte del cuerpo del peliverde- Claro que conmigo -dijo en voz baja. Volvió a inclinarse suavemente, tomando la mano del griego- ¿Me concederías el honor de bailar esta pieza? -pregunto de manera coqueta, riendo suavemente- Siempre quise decir eso -agrego antes de besar la muñeca del menor.

Atrajo suavemente el cuerpo de Nathan hacia su propia figura, eliminando gran parte de la distancia- No tengo miedo a nada, ademas, creo poder esquivar tus pisotones -menciono en broma, aquel vodka si que le había liberado y dejaba ver muchas de las facetas de la bien guardad personalidad del electrokinetico.

A lo lejos escuchó a un profesor gritar, lo que le hizo girar la cabeza a mirar, bajando un poco el rostro con cierta vergüenza, mirándose unos instantes.
"Si fuera una chica..." Pensó frunciendo con cierta pena el rostro.
La mano contraria le hizo volver a mirarle. Parecía que a Ian poco le importaba el revuelo que pudiera haber alrededor. Tal vez sería el efecto del vodka, o tal vez, simplemente, que al rubio poco le importaba lo que sucediera a su alrededor salvo aquello en lo que focalizase su atención.
Borró su expresión triste, sonriendole con suavidad. Ciertamente, era alguien muy fuerte.
"Me gustaría... ser como él en ciertos aspectos"

-...Me encantaría -Respondió casi susurrando, sonrojándose cuando la distancia entre ellos se hizo mínima, casi pudiendo volver a sentir el aroma contrario, aquél olor tan característico.
Le observó unos segundos antes de sonreir ampliamente, apretando la mano contraria entre sus dedos.
-¿Entonces a qué esperamos?

Nada mas le interesaba, solo estar junto al griego, sentir la calidez de su cuerpo junto a el, sentir las formas de su esbelta figura, escuchar los latidos de su corazón que parecían tan acelerados como los propios. Ni el ruido de sus compañeros, ni los demás, ni siquiera las estupideces que salían de la boca del maestro Yorke.

Siempre había sido así para el sudafricano, la manera mas fácil de que las cosas que los demás hicieran o pensaran no le afectara era ignorándolos; probablemente la única persona que en ese momento podía influir en sus emociones era Nathan, y eso le molestaba, no quería apegarse a nadie pero el alcohol que corría en sus venas atenúa su razón y sus pensamientos... quería seguir disfrutando de la noche con el menor.

Sonrió ampliamente cuando el griego acepto su invitación, sentía la ansiedad bullendo dentro de su estomago como un especie de cosquilleo agradable, rodeo su cintura con uno de sus brazos, guiándole directo a la pista de baile donde coloco suavemente sus manos sobre la cintura del otro chico, acariciándola de manera casi imperceptible. Por eso le gustaba bailar e ir a los bares, sin importar la música que hubiera siempre se podía rozar y sentir el cuerpo del otro.

No tuvieron mucho tiempo para disfrutar de la pista de baile porque de repente, comenzó un espectáculo que al rubio le hizo parpadear con verdadera sorpresa, al parecer un 'Dragón' se había metido al salón- Creo que...tendremos que esperar, esto debe ser obra de los maestros -dijo con una suave sonrisa en los labios, mantenía abrazado al menor por la cintura, como si fuera un gesto común y natural entre ambos- ¿Quieres ir a la casa del terror o esperamos a que termine el 'show' -dijo con algo de ironía, refiriéndose a lo que ocurría cerca del escenario.

Apretó un poco sus labios observando al contrario, que le pasaba la espalda por la cintura para empezar a caminar. Sí, estaba nervioso.
Una de las razones era el tener que ponerse a bailar con alguien. Debido a su "coordinación", no había intentado siquiera bailar ante un espejo encerrado en su habitación. ¿Cómo pretendía entonces bailar acompañado, y más si el acompañante era Ian?
Pero, ciertamente, eso era lo de menos.
Miró disimuladamente la mano acariciarle una cadera, notando el calor del brazo contrario envolviéndole por encima de las ropas. Ciertamente, se preguntaba qué era todo aquello. Aunque, sinceramente, preguntárselo ahora después de lo que sucedió en la sala... Era un tanto estúpido.
¿Era tan solo tensión sexual? ¿O... podía haber algo más?

A pesar de lo que la gente opinara, a Nathan le resultaba que Ian era alguien serio, valiente y bastante responsable; alguien que le gustaba tener control de la situación, y por otro lado, alguien inteligente y amable. Y una vez más, tenía la prueba en el roce de las manos contrarias en su cintura.
Le observó una vez más, fugazmente mientras pasaba sus manos por la cintura contraria, despacio, hasta que el divertimiento llamó a sus ojos a mirar hacia allí, parándose.
-Vaya, me pregunto cómo lo habrán hecho... -Comentó con una risa, para luego parpadear viendole- ¿La casa del terror? ¿Que te apetece pasar miedo~?

Era mejor no pensar. No al menos esa noche. Simplemente disfrutar de lo que sucediera.

Observaba atentamente el espectáculo del dragón hasta que termino por completo, volteo a ver al menor cuando este llamo su atención al responder sobre el pase a la casa del terror, dejo escapar una suave risa, acomodo sus manos en la espalda baja del griego, empujándole suavemente hacia su cuerpo, eliminando la distancia entre sus anatomías.

Inclino sus rostros, rozando sutilmente sus labios antes de dirigirse al oído del peliverde- Sabes que nada puede asustarme pero...la casa del terror tendrá cuartos que podremos cerrar o...-beso suavemente su oreja- ¿Quieres ir a otro lado? Iremos a donde tu quieras -pregunto con voz baja y grave, se detuvo de seguir hablando o terminaría diciéndole que solo quería estar con el, sin tanta gente entrometida alrededor.

Solo sentía la necesidad urgente de estar mas y mas cerca de Nathan, probar de nuevos sus labios, su piel, sentir el calor de su cuerpo deslizándose por sus manos, mezclando sus aromas y sabores, perderse en el suave y lascivo cuerpo del menor mientras su corazón latía tan rápido que zumbaba en sus oídos.
Le miraba con intensidad, fijamente, clavando sus orbes verdosas en el rostro del mas joven. No entendía porque el tenerlo cerca lo desesperaba tanto, no era solo por la bebida, aunque nunca antes se había sentido asi...sabia que era algo diferente, único y le jodía no poder identificar que era.

El corazón parecía irsele a salir del lugar, bombeando fuerte en su pecho moviéndolo casi como un metrónomo. Apenas se entreabrieron unos milímetros sus labios con el roce que había pasado fugazmente, igual que una brisa. Miró perdidamente el pecho contrario, haciendose suyas las palabras.
Sintió peligro, pero aún así, un peligro hacia el que correría hasta tropezar y entonces rodar sin lograr frenarse. Estrechó suavemente sus dedos en la ropa contraria, haciendo pequeñas arrugas mientras alzaba su mirada a la contraria, que agujeraba su piel con intensidad cetrina.
"No debo..."
Tragó saliva. El alcohol ruso debía estar haciendo efecto sobre el rubio, por lo que dejó escapar aire para sonreírle.
-¿Que tal si vamos a dar una vuelta, Ian? -Preguntó poniéndole bien unos mechones del flequillo.

Aire. El aire le sentaría mejor al mayor, seguro. Sería lo mejor.

Podía percibir el nerviosismo en el cuerpo del menor, sin embargo, el sudafricano estaba ansioso por tenerlo mas cerca y poder pasar aunque fuera un momento a solas, algo le decía que el griego no quería tener intimidad con él pero tampoco iba a quedarse de brazos cruzados, si bien no pensaba llegar hasta el final, si deseaba tener al chico de cabello largo entre sus brazos y no iba a dejarlo ir tan fácilmente.

Sonrió con suavidad, cerrando los ojos mientras Nathan acomodaba algunos mechones de sus cabellos, el toque de sus dedos sobre su cabello le daba una tranquilidad bastante agradable- Vamos a pasear por los Jardines, luego a la casa del terror, ¿Te parece? -le pregunto en voz baja, acariciando con ambas manos la cintura del peliverde, sintiendo la calidez que traspasaba la tela del kimono que estaba usando.

Observó con cierta ternura al rubio, fijándose en aquellos pequeños detalles que lo mostraban tan relajado. Sinceramente, a Nathan le agradaba estar con él, de tal forma que solía olvidar qué había alrededor, y precisamente, apenas se acordaba que estaba enmedio de una fiesta en la escuela, rodeado de otros alumnos y profesores.
Se sonrojó dando un pequeño salto con las maricias en su cintura, llevando una de sus manos a enredarse con la trenza.
-¡¡C-Claro!! -Contestó apresurado- Será divertido pasear por esa "casa del terror"

Aunque... Ahora se acordaba: Era bastante asustadizo.
"Bueno... no será para tanto..." Pensó entrecerrando sus ojos.

Sonrió ampliamente, de manera traviesa, una vez que estuvieran solos podría besar como deseaba aquellos labios y no le dejaría escapar hasta que estuviera satisfecho. Le sintió dar un saltito en su abrazo y jugar nerviosamente con su trenza, gestos que le parecían divertidos y le fascinaban.

-Entonces, vayámonos, katjie -dijo en voz baja, tomándole suavemente de la mano antes de caminar a la salida del comedor, trayendo consigo al griego para llevarlo hasta los Jardines donde se encontraba la casa del terror.