El tiempo pasa pero nos sigue dejando recuerdos del pasado

Acaba de salir de las clases y estaba demasiado agobiada, no había noche que no soñara con la muerte de Ghennys, el momento que se entera de todo lo que tiene, de los siguientes días, de cuando se entera de que es adoptada, cuando descubre lo que es... cuando Ghennys muere a su lado... cada noche se despertaba casi gritando demasiado agitada, con sudores fríos que le recordaban a todo lo vivido, los últimos tiempos en su casa, no llegaba a las dos semanas ni mucho menos, habían sido demasiado horribles y quizás aún no se habría repuesto del todo tras casi tres años.
Suspira de forma pesada, mirando su ropa, ahora aprecia una humana normal, lo que desde siempre había rogado por ser... mientras no tuviera el uniforme, no la señalarían como un bicho raro, muchos nos admitían como iguales, otros en cambio... como monstruos... ella me incluía entre el segundo grupo, no odiaba a todos... solo a los que tenían un poder destructivo como lo era el mio ''¿Porqué no puedo tener un poder normal?'' eso era algo que le frustraba en demasía...

Paseaba tranquil por el parque, siempre con su Katana a su lado, pero esta vez sola, su mascota no la acompaña, había preferido un paseo solitario, por suerte las calles estaban vacías, solitarias... así como el parque al cual fue, le agradaban los sitios así de tranquilos, por instantes parecía que regresaba a ser la de antes, pero aún así podía verse que seguía sin terminar de sonreír. Su rostro era sereno... calmado...

“Veamos, ¿lo llevo todo?” Se dijo a si mismo revisando la bolsa de víveres recién comprada. Una sencilla bolsa de papel, que por encima dejaba ver un par de naranjas. Caminaba con suave andar, pensando en lo que debería y no de usar para la comida esa tarde. Tal vez un estofado estaría perfecto. Y justo llevaba lo indicado para hacerlo.

Paso por el parque tomando el camino corto hasta su casa, disfrutando un poco de la fresca brisa veraniega. Y era cuando se quedaba pensando que fue lo más indicado hacerse una coleta antes de salir.

En poco tiempo y sin predecirlo –a veces le hubiera gustado ese poder.- sintió como sus piernas estaban siendo invadidas por algo que no eran sus pantalones. Giro hacia abajo y observo un juguetón perro queriendo un poco de su atención; más justo cuando pensaba dársela, el animal se atravesó entre sus pies haciendo que trastabillara un poco y que aquellas naranjas que se asomaran cayeran al suelo.
Logro atrapar una pero la segunda rodo hasta los pies de una chica que permanecía solitaria. “Buenas tardes” Dijo cortes.

Parecía que todo estaba cada vez más tranquilo, nadie se se le acercaba, cosa que por un lado le alegraba en demasía, había olvidado como hablar con otra persona si esto no era para dar alguna explicación en clase, de echo esta era su única relación con el mundo exterior a no ser que por otro lado estuviera demasiado molesta como para hablar inclusive en clase. Por eso mismo las demás personas había decidido no acercarse y así llevaba ya tres años, el año que viene se graduaría ¿Pero que haría? ¿A donde iría? No tenía ni idea de nada, solo esperaba poder acabar de controlar su poder del todo, así de esta forma podría logra tener un trabajo normal, le daba igual de lo que fuera, y aunque no pudiera ser feliz (ya que duda de que eso exista) al menos si ser normal, por suerte ahora no contaminaba a todo lo que tocase como al principio, sino que solo ocurría cuando se veía alterada... mucho. El mundo tenía suerte... eso no pasaba nunca.

Algo la había sacado de sus pensamientos, algo le había dado ligeramente en el pie, con curiosidad mira hacía abajo y vi una fruta redonda y naranja, se agacha para cogerla cuando ve que es una naranja. Allí no había naranjos por lo cual habría de ser de alguien, alza la mirada en el mismo instante en el cual iba a buscar a su dueño. Un chico de cabellos rubios y ojos verdes se acercaba a mi. No era de la academia puesto que aparentaba aún más edad que los estudiantes, quizás más o menos lo mismo que un profesor. Extiendo la mano hacía este con la naranja hacía abajo, y sin tocarlo, ya que hablar con el mundo si no era estrictamente necesario, prefería evitarlo ya que se ponía nerviosa o simplemente de mal humor, lo que haría que no fuera capaz de controlar del todo su maldición, como ella lo llamaba.

- Tenga cuidado... ¿Sabe que podía haberla infectado con los virus del suelo? -

De cierta vista podría decir que la chica con la que se había topado era muy linda, tal vez poseedora de una voz muy suave y tierna. Pero entonces, ¿Por qué con el simple olor, sus sentidos se habían disparado como lo estaban ahora? Fingió un poco de indiferencia como si no lo hubiera notado y tomo la naranja de manera normal.

“Confió en que todo lo que pudo tomar del suelo, lo puedo limpiar de manera efectiva. Además, fue es una naranja.” Se levanto haciendo conocida la diferencia de altura y le sonrió a la chica. “Su piel es tan gruesa que por el momento protege a su interior de cualquier bacteria que te fuera a afectar.” Se acerco a la camisa la naranja y la limpio un poco con la tela, después mostrándosela. “¿Ves? Como nueva.”