Primeros pasos (Libre)

Había llegado nuevo a aquella Academia, no conocía a nadie y no sabía muy bien si allí le iban a dar respuestas a sus dudas. Estaba dispuesto a todo por saber lo que le pasaba y por qué tenía ese poder, no quería hacerle daño a nadie y quería alguna respuesta que le tranquilizace en aquellos momentos de nerviosismo en los que vivía. En su mente aún estaba presente la muerte de su madre por su culpa y eso le torturaba por dentro, él no quería hacerle daño de ningún modo pero no conocía su poder.

Tras un largo caminar decidió sentarse a descansar en uno de los bancos que había cerca de él, necesitaba relajarse y allí sentado quizás lo consiguiese. Al sentarse se quedó con los dedos de sus manos entrelazados apoyando su cabeza sobre ellas mientras aún llevaba puestos sus guantes. Tras una pausa estiró un poco las manos y se quitó los guantes dejándolos a su lado en el banco. Miró la palma de sus manos con cierta tristeza. "¿Por qué me pasa esto a mí?"

Tardó varios segundos en darse cuenta de la presencia de aquel chico que se había sentado a su lado. Al verlo rápidamente cogió sus guantes y se los puso intentando evitar tocarlo por todos los medios. Le sorprendierons sus palabras, ¿acaso podía leerle la mente?. Si era capaz de hacer eso es que era como él, un chico con poderes.
- ¿Fastidio? ¿Qué es un fastidio?

No iba a admitir tan pronto que tenía poderes, quizás aquel chico no era capaz de leer la mente y lo único que pretendía era entablar conversación con él y, al verle tan centrado en sí mismo, pensaría que tenía problemas de algun tipo. Seguía con los guantes en la mano por lo que optó por ponérselos ya y así evitar cualquier contacto futuro, no quería hacerle daño a nadie por su poder y menos a un desconocido.

Colocó ambas manos en sus rodillas en señal de miedo, nunca había hablado con alguien tan cerca salvo con su madre y ahora estaba muerta por su culpa. Tenía que ir concuidado, era un desconocido para él y no sabía si pretendía hacerle daño o simplemente quería hablar con él.

Se mantuvo en silencio durante un rato, pensando, dándole vueltas a todo lo ocurrido en su vida y al hecho de que ahora aquel individuo estuviese sentado a su lado hablando con él, cuando pocas veces la gente se había acercado a hablar con él. Intentó relajarse un poco, no debía dar una imagen de persona débil, aunque en el fondo sí lo era pues el miedo que tenía a su poder y a quedarse solo era superior a él.
- Normal, más que bien...

Su respuesta no fue del todo falsa, no estaba mal, pero tampoco bien, era una sensación un tanto extraña. Aquel lugar era nuevo para él, no conocía a nadie y no sabía cómo controlar su poder, un poder capaz de matar cualquier cosa que tocase con sus manos o alguna parte de su cuerpo. Ése era el motivo principal por el que iba tan tapado dejando sólo libre su rostro, el cual tampoco permitía que nadie tocase. Acomodó un poco más sus guantes blancos que eran un recuerdo de su difunta madre a la cual él mismo había matado sin quererlo hacía menos de 1 año.
- Fastidio es no tener nada en esta vida por tu culpa...

Aquellas palabras escaparon de su boca casi sin darse cuenta, le daba igual si aquel chico lo escuchaba o no, por suerte no había dado a conocer nada de él con ello, por lo que no se alteró al decirlo. Otras veces había cometido el error de contar lo suyo sin darse cuenta y no quería volver a arriesgarse ni a volver a pasar por lo mismo que pasó aquella vez.

Miró al chico de reojo. Suspiró profundamente e hizo un gesto asintiendo ante su afirmación. Estaba solo, su madre estaba muerta y su padre le daba de lado al igual que toda su familia, no tenía absolutamente nada más que a él mismo y su poder. Aquel chico sabía a lo que se refería, ¿acaso había vivido algo parecido o acaso él estaba también solo en esta vida?
- Más o menos, podría decirse que eso fue lo que me trajo aqui, pero yo solo me lo busqué...

Su voz era algo triste al hablar, cosa que en tiempos pasados nunca había tenido, su situación sentimental en esos momentos era crítica, sufría demasiado en su interior y sus emociones se derrumbaban provocándole gran tristeza cuando el recuerdo de su madre volvía a su mente. ¿Por qué se sentía así? Él la había matado, pero había sido sin querer ya que aún no conocía su poder, no sabía cómo evitarlo ni cómo solucionarlo una vez hecho el daño.

Agachó la cabeza triste mirando al suelo unos instantes antes de cerrar los ojos. "Yo..." Buscaba en su mente forma de decir aquello y no parecer un asesino o algo que no era en realidad. Claro que no lo había hecho queriendo, pero hecho estaba y le dolía mucho que haya pasado así. Al rato alzó la mirada y miró hacia delante apretando los puños.
- Yo... maté a mi madre...

No sabía cómo iba a reaccionar aquel chico ante sus palabras, sólo deseaba que no le tachase de asesino y no intentase hacerle daño. Aunque mirándolo desde un punto ajeno lo era, pues por su culpa su madre había muerto, por culpa de su poder, un poder que a día de hoy no conseguía controlar y ni siquiera sabía cómo empezar a controlarlo, algo que le daba rabia. Por culpa de dicho poder no podía hacer una vida normal, no podía tocar a nadie.

Negó para sí mismo por un momento y luego suspiró con profundidad tomando luego algo de aire para comenzar a contar brevemente lo que había ocurrido esa fatídica noche en la uqe mató a su madre. Miró al chico de pelo plateado con cierta tranqulidad, debía relajarse para no ser dominado por el miedo y la tristeza.
- Yo no quería, mi madre tocó mis manos y...

Hizo una pausa, aquello no era fácil de contar ya que ni él mismo llegaba a entender por qué le empezó a pasar todo aquello de repente. Había conseguido aquel poder sin quererlo y sin saber el motivo, algo que le desconcertaba y le hacía plantearse muchísimas preguntas que no conseguían respuesta por parte de nadie, y mucho menos por su parte.

"Señor, esto no es normal..." "Son muchas enfermedades juntas para que una persona las tenga..." Recuerdos, conversaciones, todo parecía juntarse en su mente, no podía ordenar los hechos a la perfección hasta que, tras una larga pausa habló por fin en voz relativamente baja, aunque lo justo como para que el chico sentado a su lado le pudiese oir.
- Cuando tocó mis manos... falleció al cabo de unos segundos...

Suspiró al contar aquello, era muy difícil para él decirlo y nunca lo había contado a nadie por miedo a que lo culparan de asesinato y lo mandaran a la cárcel o a algo parecido, algo que no quería por nada en el mundo. Demasiado solo estaba ya como para agregarle la soledad que daba la cárcel, a parte de acabar como una escoria social a la que nadie querría acercarse nunca.

Sacudió la cabeza levemente y miró al joven recuperando levemente la sonrisa quitando así de su mente la tristeza. Parecía metido en sus pensamientos y tardó en reaccionar a la pregunta del chico. "...¡¿Pero qué le has hecho!?..." Las palabras de su padre, haber tenido que salir huyendo de su casa para no seguir haciéndole daño a la gente. Clavó su mirada en su interlocutor y habló por fin con algo de miedo en sus palabras.
- No sé exactamente cómo definirlo...

Suspiró profundamente y miró hacia el frente. El césped estaba tan bello y puro, así como un paisaje muy bonito en aquelllos jardines, un paisaje que no quería estropear, por lo que apretó sus manos una contra la otra evitando así tocar nada por su cuenta. Luego de un pausa miró al joven que tenía a su lado y contestó a su pregunta temrinando de decir lo que había dejado a medias.
- Provoco enfermedades virales cuando toco directamente algo con mi piel... Es por ello que llevo siempre estos guantes, al igual que es el motivo por el que estoy tan tapado...

Era a la primera persona que le confesaba su poder, aunque tenía confianza con él, no le trataba como un bicho raro y le entendía, o al menos eso parecía. Es ole tranquilizó y le hizo estar más relajado a partir de ese momento. ya había contado su problema y su poder, ahora sólo quedaba conocer por qué lo tenía y cómo controlarlo, algo que seguro le iba a costar.

Se puso algo nervioso al notar que aquel joven le cogía del antebrazo, aunque llegó un momento en el que no le preocupó demasiado y se dejó coger sin miedo ni temor, al fin y al cabo estaba tapado de cuerpo entero dejando sólo libre su rostro, algo que nadie tocaba puesto que él no les dejaba. "Sin tocar a nadie..." Repetía en su mente mirando sus guantes. Le dolía aquello, no poder sentir el contacto de otra persona, era algo que extrañaba muchísimo.
- Muy difícil, sí...

Suspiró levemente aunque sin que la tristeza le dominase. Oyó las palabras del chico. "¿Poder controlarlo?" Preguntó para sí mismo feliz por dentro al escuchar aquello. ¿Llegaría a ese punto el chico? A poder tocar a alguien sin miedo a matarlo al segundo. Alzó la mirada hacia el cielo levemente antes de mirar al chico a los ojos, el cual aún sujetaba su brazo, cosa que no le importó demasiado.
- ¿Acaso hay algo que puedan darme para controlar esto? Si es así lo quiero ya, no puedo vivir así, con miedo a matar cualquier cosa que toque o me roce la piel...

La noticia le alegró bastante y no pudo evitar ocultarlo, sonriendo con bastante felicidad. Si conseguía aquello podría hacer una vida normal, no tendría miedo de matar a los demás al tocarlos, podría hacer mcuhas cosas, incluso sentir el tacto de las hojas o de los objetos los cuales no podía tocar. Miró al joven que estaba a su lado con alegría y se quedó en silencio unos segundos antes de hablar.
- Eso sería... genial...

Casi le costaba hablar de la emoción que sentía, necesitaba aquél traje, pero no sabía a quién pedírselo ni cómo conseguirlo. Pensaba miles de cosas que podía volver a hacer con ese traje, lástima que no pudiese resucitar a su madre, era lo único que ya no podía remediar. Después de otra pausa miró hacia adelante y preguntó con una voz algo más tranquila.
- ¿Y podré controlar los dos lados de mi poder?

Su poder cláramente no sólo era peligroso. Podía manifestarse de dos formas, aunque la que más le afectaba a él era la habitual. Su poder podía trasmitir muchísimas enfermedades y matar todo lo que tocase o le roce, pero también poseía la capacidad de curar, es decir, quitar cualquier infección o virus del cuerpo de cualquier objeto. Todo dependía de su estado de ánimo y de su control sobre el poder, cosa que hasta ahora no tenía por lo que sólo era algo destructivo.

Agachó la mirada levemente algo confuso, nunca había podido controlar esa parte de su poder, ni esa ni ninguna, pero sabíade sobra que podía hacerlo pues ya le había pasado una vez. "¿Cómo contarlo?" Pensó alzando la mirada hacia el frente intentando buscar una forma de decirlo y explicarlo. Tras una pausa por fin miró al chico e intentó contarle aquello.
- Mi poder, no sólo puede matar...

Ahora sí que tenía que contarlo, no le iba a dejar con esa duda, y menos siendo que aquel joven le había ayudado tanto y le había devuelto la sonrisa, una sonrisa que nunca pensó que volvería a recuperar. Hizo ligeros aspavientos con las manos como si intentase decirlo con las manos, aunque tras aquello habló algo confuso.
- Si mi estado de ánimo es muy bueno, es decir, que soy muy, pero que muy feliz, mi poder es capaz de curar cualquier enfermedad o enfermedades que sufra una persona u objeto... -dijo por fin mirando al chico esperando que le entendiese lo que le había dicho, aunque a él mismo le costaba entender el por qué ocurría eso.

Asintió con la cabeza ante la respuesta de aquel chico que estaba a su lado, controlar su poder sería perfecto, poder utilizarlo en gran parte a su antojo y evitar así ser un peligro constante en movimiento. "Ese traje suprimiría mi poder pudiendo usarlo cuando yo quiera..." Repetía en su mente haciendo que cada vez tuviese más y más ganas por conseguir dicho traje. Su poder le había quitado todo en la vida y quizás ahora gracias a la Academia conseguiría dominarlo y devolverle al menos algo, el contacto con las demás personas sin miedo a matarlas.

Estaba muy contento, no podía evitarlo, esa noticia era la mejor que le podían haber dado y le estaba tremendamente agradecido a aquel joven que había conseguido lo que parecía imposible, devolverle la sonrisa y las ganas de seguir viviendo. "Mis emociones serán un problema, pero tendré que aprender a controlarlas..." Pensaba para sí mismo convencido de que no cesaría hasta conseguir controlarse emocionalmente, ya que aquello le permitiría controlar casi la totalidad de su poder.
- Lo que más me costará será controlar mis emociones, pero una vez que consiga poder tocar a alguien sin matarlo estoy seguro de que conseguiré controlarlas...

Siempre había intentado dominar o aprender a controlar su poder en solitario, por sí mismo, pero nunca lo había conseguido. Mucho entrenamiento no le había servido para nada, pues se desanimaba muy fácilmente y siempre estaba el problema del miedo que le producía tocar algo. Cada vez que lo hacía el miedo le invadía y acababa matando aquel objeto que usaba en cada entrenamiento, algo que le hacía sentirse triste, que no le ayudaba para nada en su camino hacia el control de su habilidad.

"Difícil es poco..." Pensaba para sí mismo, quedando pensativo unos segundos mirando al infinito. Su mirada estaba perdida, sin mirar un punto fijo, parecía absorto en sus pensamientos y tardó en reaccionar a lo que aquel joven le había preguntado. Tras una larga pausa habló y contestó por fin a su pregunta.
- No es fácil, sólo eso...
Contestó con pocas palabras, pensaba demasiado y no estaba con la suficiente concentración como para contestar y explicar su situación al detalle, cosa que tampoco le gustaba demasiado, pues creía que contar sus debilidades podía acarrearle problemas y hacerle vulnerable frente a sus posibles rivales. Aún era muy joven como para llegar a ser lo suficientemente frío y distante de sus emociones, algo que seguramente fuese aprendiendo con los años, aunque su intensión era llegar a controlar sus emociones lo más pronto posible.