Some tranquility [Libre]

Era una tarde tranquila, después de sus primeras locas clases de la semana. La verdad fue interesante salirse de su aburrida y rutinaria vida, para llegar hasta esa academia donde los enseñaban, de una manera completamente diferente, a afrontar lo que la vida podría traer. Y claro, para ellos era aun mas difícil que para las personas "normales".

Dejó escapar un suspiro mientras entraba a un lugar lleno de arboles, arbustos y flores, algunos, a medio deshojar. Sus ojos bicolor lograban captar cada detalle del sitio, era pacifico y no veía tanto trafico de alumnos molestando de un lado a otro, como dentro de la academia. Mientras que sus manos reposaban en su bolsillos del pantalón, sus piernas seguían avanzando sin dirección alguna y sus oídos eran inundados por una sinfonía que lograba relajarle y desestrezarse del atropellamiento que había en el comedor.

Se encontró con una banca bajo un árbol, de hojas color ocre que le daban una extraña luz al ser tocadas por los rayos solares. Se dejó caer en el asiento y bajó sus auriculares para que reposaran alrededor de su cuello, mientras sus manos se recargaban en la banca. Una en cada costado suyo. Alzando su barbilla, observando las lucecillas que se colaban de entre el follaje de aquel árbol.
-Si todo fuera así de tranquilo...-dijo sin percatarse de que había hablado en voz alta-

Casi de inmediato escuchó una voz provenir de un lugar cercano al suyo, al mover su cabeza un poco pudo notar que se trataba de un joven de cabellos largos y platinados. Ese mismo le había contestado a su comentario anterior.
“Lo pronuncié en voz alta…”
Se volvió a acomodar en su antigua posición con aire indiferente y pasaron unos segundos de agradable silencio.
-Tal vez, para la mayoría de las personas… pero para mí sería sumamente agradable …
Eso era cierto, amaba a la soledad, era la única que lo comprendía y claro, la música su mejor acompañante.

El chico se quedó ahí, en el mismo lugar. Escuchó su comentario, tal vez tuviera razón, pero aún así prefería mil años de soledad que estar solo con personas que no valían la pena; estúpidas y sin cerebro. Sin duda alguna, en este mudo existían tan escasas personas que valieran algo, la mayoría estaban tan podridas que lo único que le inspiraban a Gerard era asco.

-¿Que es divertido e interesante para ti? -cuestionó al extraño-, la tranquilidad es agradable porque así no tengo que lidiar con gente idiota.

Escuchó el comentario del peliplateado.
-La mayoría de la gente es aburrida...-dijo, volteándolo a ver directamente- difícilmente se encuentra a alguien que valga la pena.
Sonrió levemente cuando el joven dijo eso referente al peligro, el nunca había dicho algo con respecto a que odiara las fuertes emociones, simplemente lo único que quería era tener a la gente molesta alejada de él .
Podía disfrutar de peligros sin necesidad alguna de tener a algún compañero molestándolo, era por eso por lo que disfrutaba en demasía practicar los deportes extremos, y aunque hace tiempo que no lo hacía, siempre le emocionaba aquella sensación de sentirse desestabilizado a sí mismo en una explosión pura de adrenalina, corriendo al filo de la muerte, pues, un paso en falso y toda esa diversión acabaría.
Pero, no tenía porqué darle explicaciones a aquel extraño.
-¿A caso dije que fueras idiota?- preguntó en tono tranquilo y pronunció un poco mas su mísera sonrisa.

El joven de cabellos largos dejó escapar una carcajada, mas el peli-negro no se alteró en la más mínimo, no le interesaba saber la razón de su diversión. Sin embargo, escuchó con atención lo que expresó enseguida y luego de eso cambió su posición para estar mas cómodo, dándose ese aire misterioso que comúnmente le rodeaba.
-Lo sé -respondió con certeza- ,por algo dije que es difícil de encontrarlos...
Aunque ciertamente a Gerard ya poco le interesaba buscarlos.

A sus oídos llegaba el cantar de unos pajarillos junto con el revolotear de las hojas agitándose por el viento.

De pronto notó el movimiento del contrario, colocándose frente a el, mientras le decía que dejaba lugar a muchas interpretaciones, seguido de comentarios incompletos mientras le clavaba la mirada en sus ojos. Gerard no tenía intención de decirle algo respecto a si mismo, pero decidió hacer una excepción por esa ocasión, al fin, no tenía nada que perder. Y no diría nada contundente.
-Mis ojos... simple, es de nacimiento...-tan cortante, muy característico del chico de cabellos negros con reflejos azulados-
Y claro, no entraría en detalles, él no era de los que se abría a los extraños con facilidad, difícilmente alguien lograba conocerlo a fondo.