Al rico helado~ (libre)

A pesar que empezaba a hacer frío, no le importó salir a dar una vuelta por la tranquila ciudad. El clima de allí no tenía mucha diferencia con el de Francia, así que se abrigó con un abrigo blanco y una bufanda azul y se dirigió al centro comercial. Allí dentro había mucho bullicio, gentes que paseaban arriba y abajo riendo, hablando y comentando lo que harían durante el día. Con las manos en los bolsillos y una ligera sonrisa, avanzaba sin hacer mucho caso a la gente que le rodeaba.

De repente paró, quedándose frente a una tienda en concreto a la vez que una sonrisa aún mayor cruzaba su rostro. ¡Una heladería! Justo al verla pensó en lo mucho que le apetecía un helado en aquellos momentos. Era algo que ni su familia entendía. Aunque hiciera un frío terrible nunca negaba un helado, siendo tal su devoción por estos que más de una vez le costó un buen resfriado. Con pasos alegres se dirigió al interior, haciéndosele la boca agua al ver la cantidad de sabores que tenían e iluminándosele los ojos como a un niño pequeño.

— Quiero una tarrina grande de ese de ahí, por favor... — pidió señalando el sabor de nueces de macadamia, uno de sus favoritos.

Hasta aquel gigantezco centro comercial había llegado en su afán por distraerse un poco de su vida y de sus problemas. La gente lo miraba con una mezcla de preocupación e indiferencia debido a que caminaba con la cabeza casi agachada mirando al suelo como con tristeza. Quería saber si era el único con poderes o había alguien más, aquella academia seguro que era un lugar para gente como él, pero no conocía a nadie de allí aún por lo que no podía comprobar eso que él creía.

Llegó a una heladería y, aunque no le gustaban demasiado los helados, paró frente a ella mirando los tipos de helados que había, así como a la gente que había en su interior. Pudo distinguir a un joven que estaba pidiendo un helado, el cual tenía pinta de ser o formar parte de la academia. Entró en la heladería intentando disimular como si estuviese interesado en comprar un helado, aunque realmente lo que pretendía era acercarse a aquel chico para intentar conocerlo mejor y saber si era o no peligroso, a la par que también saber si ese chico podía darle respuestas a sus grandes dudas.

Esperó con los brazos cruzados a que la muchacha le sirviera el helado, pagando lo correspondiente por él y buscando con la mirada alguna mesa libre para poder tomarse el helado con tranquilidad. Su mirada al hacer con ello se topó con un nuevo cliente, el cual parecía mirar los helados sin demasiado interés y que de vez en cuando le dirigía alguna mirada. Pensando que tal vez estaba ahí por compromiso se dirigió a la mesa que había visto libre y se sentó, empezando a comer.

— "Bueno... no está tan bueno como los de Häagen Dazs... pero igualmente está delicioso" — pensó para sí mismo con una sonrisa mientras saboreaba el helado, relamiéndose un poco. De nuevo volvió a mirar al muchacho que había ahí de pie, le había llamado algo la atención. ¿Le decía algo o....?

Pudo ver cómo el chico se sentaba en la mesa y comenzaba a comer de ese helado. Pensó en acercarse a él y hablarle, aunque no estaba seguro de si sería peligroso o si sería un simple humano y quizás hablarle de su poder sería ponerlo en peligro tanto a aquel chico como a él mismo. Al final decidió acercarse a él y hablarle, aunque lo hizo con algo de miedo.
- Buenas... ¿Puedo sentarme?

Su voz sonaba algo temblorosa, tenía miedo a aquel desconocido, auqnue no podía permitirse el lujo de quedarse con tantas dudas teniendo un posible sujeto al que preguntar sus dudas. Colocó su mano derecha sobre la silla en señal de sentarse a la espera de saber la respuesta del chico. Aún llevaba puestos los guantes, cosa que agradecía, así se evitaría hacerle daño a aquel chico en el caso de tocarle directamente sin llevarlos puestos.

El chico parecía haberle leído los pensamientos o algo, ya que tras un rato comiendo tranquilo y comparando mentalmente ese helado con los de su infancia pudo ver cómo ese mismo muchacho se acercaba y le pedía permiso para sentarse mientras ponía la mano en la silla. No le extrañaba ver que llevaba guantes, en aquella época del año empezaba a hacer frío y había gente bastante friolera. Negó con suavidad e hizo un gesto invitándole a sentarse.

— Claro, adelante... — contestó con amabilidad y una sonrisa. Cuando se sentó comió un poco más y decidió presentarse, para ser cortés. — Me llamo Adam, ¿y tú? — preguntó sin quitar la sonrisa, tendiéndole la mano. Pudo ver que parecía asustado por algún motivo, cosa que no entendía. ¿Qué le podía estar pasando?

Se sentó en la silla y dejó ambas manos apoyadas en sus rodillas en señal de vergüenza, nunca había tenido una conversación con nadie y no sabía muy bien qué decir ni hacer ante esa situación, aunque siempre era buen momento para empezar.
- Mi nombre es Syrus, encantado.

Hizo una leve reverencia con la cabeza ante aquel chico antes de levantar la mirada hacia los ojos de su interlocutor. Su mirada se perdió en ellos, tenía muchas cosas que preguntar y parecían chocar todos sus pensamientos en su cabeza, por lo que tardó varios segundos en reaccionar. Lo único que le salía en esos momentos era intentar ocultar sus manos y así evitar que le tocase.
- Perdona por haberte molestado, es que soy nuevo por aqui y no conozco a nadie...

Retiró la mano al ver que éste no se la iba a estrechar, el muchacho se notaba bastante nervioso a la par que asustado y eso empezaba a preocupar un poco al francés. ¿Qué le ocurría? De todas formas le dejó su tiempo para que pensase y hablase, no iba a atosigarle con preguntas ya que probablemente lograría que saliera huyendo.

— No es ninguna molestia — rió un poco. — Es bueno tener un poco de compañía de vez en cuando. — Escuchó lo de que era nuevo e hizo un leve gesto con la cabeza, comprensivo. — Te entiendo perfectamente, yo también vine hace un par de meses nuevo aquí y debo reconocer que aún estoy un poco perdido, si no fuera por donde estudio no conocería a nadie — confesó tomando una nueva cucharada de helado. — Y dime, ¿qué te trae por Pieceville?

Miró a aquel chico perdido en sus pensamientos, aunque intentando que no se notase demasiado aquello. Oía todo lo que decía y, antes de responder, pensaba en lo que iba a decir. Aún no conocía nada de ese chico y contarlo todo podía ser peligroso, aunque tenía pinta de ser un alumno de la Academia, por lo que eso le tranquilizó.
- Vengo buscando ayuda y respuestas...

¿Estaba decidido a contarle la verdad? Puede, quizás ese chico le ayudaría y no le dejaría tirado como hizo su padre. Tenía miedo, aunque estando en un lugar público estaba relativamente tranquilo mientras no tocase a aquel chico directamente.

Esa respuesta le sorprendió. Por un momento pensó que venía buscandoa a alguien, o huyendo de él. Eso le explicaría el nerviosismo y el miedo. Pero no se esperó que viniese pidiendo ayuda. Con una ligera sonrisa tomó algo más de helado y le ofreció la tarrina por si el otro quería.

— Bueno... seguramente no sea la persona más adecuada... pero podría intentar ayudarte en lo que sepa — se ofreció con educación, ya que no le gustaba dejar a nadie con problemas. Desde siempre había sido una persona que se preocupaba por los demás, aunque acabase de conocer a esa persona. — ¿Qué ocurre?

Rechazó la tarrina de helado, él no había pagado por ella y no le parecía bien aunque le invitase a ello. No sabía si contarle lo que le pasaba, aunque aquel chico parecía dispuesto a ayudarle en todo lo posible y por tanto parecía de fiar. De pronto levantó ambas manos y las puso sobre la mesa, aunque en realidad lo que apoyó sobre ella fueron sus codos, dejando sus brazos cruzados malamente alejando lo más posible sus manos del joven.
- Digamos que tengo un problema algo grave para los demás...

Podía matar a la gente con sólo tocarla con cualquier parte de su cuerpo, era un problema muy grave para cualquiera que le tocase, incluso para él mismo, ya que se auto aislaba de la gente para evitar que le tocasen y muriesen por ello. No terminó de aclarar lo que había dicho, tenía miedo a decirlo pues nadie lo sabía y no quería ser encerrado como si de un asesino o un bicho raro se tratase.
- Podría decirse que tengo un "poder" malo...

Ni él mismo sabía cómo describirlo, su poder transmitía enfermedades y quitaba la vida a todo aquello que él tocaba, no era fácil explicarlo con palabras, ni él sabía hasta el punto que podía llegar dicho poder.

No se esperaba esa acción algo 'brusca' por parte del moreno, por lo que pegó un leve respingo intentando disimularlo a los pocos segundos. Después se quedó mirando las manos enguantadas, viendo cómo el otro intentaba por todos los medios mantenerlas lo más lejos de él. ¿Tal vez las tendría quemadas, o...? De pronto algo hizo click en su cabeza, empezando a comprender qué era lo que ocurría.

Y las siguientes palabras sólo hacían que confirmar sus sospechas. No parecía querer aclarar del todo sus palabras, pero tampoco era algo que hiciera falta. Y en parte comprendía ese miedo. Cuando él pasó varios días sin poder deshacer su poder de invisibilidad también había pasado miedo. Miedo de quedarse así para siempre, que nadie le volviese a ver en la vida... Suponía que no era lo mismo, si no no parecería tan nervioso, pero de todas formas comprendía bien al otro.

— Entonces creo que has venido al lugar indicado. — rió un poco. — Ya que en esta ciudad existe un sitio para gente con 'poderes' — comentó en voz algo más baja. Aunque era de todos conocido la existencia de la Academia, no quería que todo el mundo se enterara de lo que hablaban. — Yo mismo también tengo un poder, aunque no lo parezca... ¿Has escuchado hablar de Crusaders, cierto?

Miró al chico abriendo muchos los ojos y echándose por unos segundos un poco hacia atrás al oir ese nombre y que aquel chico tenía poderes como él. Parecía que no le iba a delatar, estaban en el mismo estatus, ambos con poderes, cosa que le agregó, al menos no era el único que tenía eso y aquella Academia por lo visto era donde cuidaban de todos los chicos con poderes.
- Sí, había oido hablar de ese lugar, pero nunca pensé que fuera cierta su existencia...

Estaba anonadado, aquel lugar existía y quizás allí pudiesen ayudarle como era debido, ayudarle a controlar su poder. No pudo evitar que la felicidad en su interior creciese y sus ojos brillasen levemente por la gran felicidad que sentía. Hacía mucho tiempo que no se sentía así y aquello le había hecho olvidar sus malos recuerdos que le atormentaban.
- ¿Y puedo preguntar cuál es tu poder?

Su sonrisa aumentó al ver el rostro de sorpresa del otro, por lo visto había dado en el clavo. Asintió un poco sin perder la sonrisa y tomando otra generosa cucharada del helado antes que se derritiera.

— Pues sí, existe... y desde hace bastante tiempo, por lo que he escuchado. Además, aunque no lo parezca hay muchas personas estudiando y trabajando allí — confesó con una leve sonrisa.

Podía apreciar el cambio de estado de ánimo del moreno, ahora se le notaba mucho más tranquilo y alegre que antes de entrar en la heladería. ¿Aquella era la ayuda que necesitaba? De ser así, se encontraba feliz de haber podido ayudarle. Cuando le preguntó por su poder soltó una pequeña carcajada.

— Claro que puedes preguntar... — comentó tras ello. — Puedo hacerme invisible. Bueno... aún estoy terminando de aprender cómo dominarlo, me quedan por delante bastantes clases — admitió.

"¿Podía hacerse invisible? Vaya, ese poder siempre le hubiese hecho falta" Permanecía mirando al chico mientras una leve sonrisa se dibujaba en su rostro, aquel chico le había animado y tranquilizado con esas palabras. La academia era su lugar entonces, allí aprendería a controlar ese poder que tenía descontrolado completamente, un poder que tal y como estaban las cosas hacía mucho daño.
- Vaya, entonces en la academia te están ayudando...

Estaba feliz por dentro, sabía que allí podrían ayudarle a él también, al igual que por lo visto hacían con todos los que llegaban allí con poderes que no sabían controlar aún. Extendió sus manos levemente sobre la mesa entrelazando sus dedos como pensativo. "Por fin creo que podré controlar mi poder, seguro que allí me enseñan a hacerlo"

Asintió, acomodándose un poco la bufanda a pesar de estar en aquél lugar cerrado y sonriendo mientras se terminaba la tarrina de helado.

— Así es, a pesar que como te he dicho llevo apenas un par de meses aquí — sonríe ligeramente. Después una serie de preguntas pasaron por su cabeza. Con el anterior estado de temor que tenía el moreno, ¿habría llegado solo hasta allí? ¿Sabría algo de eso su família? Se estiró con algo de pereza y después volvió a posar la mirada sobre el muchacho.

— Si has venido solo puedo acompañarte hasta allí, seguro que te reciben muy bien — sonrió amablemente.

Apoyó los codos en la mesa mirando a aquel joven directamente a los ojos escuchando lo que decía, estaba dispuesto a acompañarlo y no estaba acostumbrado a esas ayudas, nunca nadie se había portado así con él, cosa uqe agradeció sonriendo.
- Me harías un gran favor viniendo conmigo, no conozco este lugar y no quiero perderme

Aquel chico le había dado mucha felicidad, los malos recuerdos se habían ido de su cabeza, aunque él mismo se esforzaba por alejarlos para evitar así estar triste y cerrarse a hablar con cualquiera. Por lo visto nadie les estaba mirando, aunque no había mucha gente dentro de la heladería sí la había fuera, paseando por el centro comercial y mirando los escaparates de las diferentes tiendas que allí habían.

Sostuvo su mirada sonriendo con algo de timidez, esperando para saber si el muchacho prefería quedarse allí algún rato más o si por el contrario quería ir marchando hacia la academia.

— Oh, no es nada... Me sabría mal haberte contado todo esto y ahora dejarte de nuevo por tu cuenta... — confesó manteniendo su sonrisa. Al final acabó por levantarse, cogiendo el envase de plástico ya vacío para tirarlo en cualquier papelera cercana. Tras encontrar una esperó al otro muchacho antes de abandonar el local. Tras unos segundos decidió saciar su curiosidad.

— Hm... ¿y tú, eres de aquí? Quiero decir... ¿vives en Estados Unidos? — preguntó con las manos en los bolsillos. Conocía la gran variedad de nacionalidades que había en la Academia, así que realmente no sabía distingir ya si los demás provenían de otro país o no.

Se levantó junto al chico siguiéndolo en todo momento. Apenas llevaba allí unos días y no quería perderse y que le tuviesen que encontrar en el lugar menos indicado en el momento menos oportuno, como muchas veces antes le había pasado.
- Soy Canadiense.
Contestó mirando al chico sonriendo muy levemente algo más tranquilo, aunque con la misma sensación de siempre en la cabeza, la sensación de que alguien le seguía. No sabía por qué tenía esa sensación, pero era algo que le atormentaba, quizás por su poder, por el miedo a que alguien lo quiera utilizar para algo malo sin su consentimiento.

Se sorprendió un poco cuando escuchó de donde era, puesto que le parecía que era la persona más próxima a Crusaders que conocía desde que estaba allí. Bueno... tampoco era que conociera a muchas, pero ese era otro tema aparte.

— Vaya, entonces comparado conmigo sí que vivías cerca... Yo vengo de Francia. — comentó con una sonrisa en su rostro. Mientras caminaba de vez en cuando iba mirando algún escaparate de reojo, pasando su mirada por el muchacho y luego volviéndola al frente. Tras un rato de silencio hizo una nueva pregunta. — ¿Y viniste solo? Si puedo saberlo, claro...

Seguía al chico caminando a su lado intentando no quedarse atrás en su afán por no quitarse pregutas y temas de la cabeza, lo que le hacía a veces perderse en ellos y tardar en reaccionar tanto en movimientos como en algunas cosas. De pronto se dió cuenta de que el chico seguía hablando, por lo que le prestó atención por si tenía que responder.
- Sí, tuve que venir solo...
Al decir aquello agachó un poco la mirada frenándose. El recuerdo de su madre volvía a su mente y eso le ponía triste. Le costaba asimilar lo que había pasado y nunca se perdonaría haber descubierto su poder de aquella manera.

Caminó con calma hasta que vio que el otro se detenía, parando él también y mirándole. Al ver su cara suspiró un poco. Tal vez no tendría que haber hecho esa pregunta. Ahora había conseguido que el otro casi recuperara el gesto que había visto cuando entró en la heladería. Se acercó un poco a él agachándose ligeramente para que sus ojos quedaran a la altura de los del contrario.

— No debí haberte preguntado eso, perdona si no querías responder o algo... — se disculpó el peliazul.

Sacudió la cabeza levemente al ver que el chico contestaba aquello. No era su culpa, él no sabía lo que le había pasado y no tenía por qué disculparse de haber hecho esa pregunta, al fin y al cabo sólo tenía curiosidad por conocerle y eso no era causa para pedir perdón.
- Tranquilo, no pasa nada, no es culpa tuya.
Contestó levantando la mirada intentando sonreír un poco, algo que no le costó demasiado a pesar de los malos recuerdos que le habían venido a la mente segundos antes. No quería estar triste y menos en compañía de nadie, ya que no quería parecer débil, a pesar de serlo en realidad en cierto modo.