Necesidad de empezar de cero (Libre)

Parecía que hacía un siglo que no había estado sola, o por lo menos realmente, ya que por mi actitud nadie en la academia había querido acercarse a mi, no sabía si esto era bueno o no, ya que en el fondo se podría decir que echaba ne falta a alguien con quien hablar, pero gracias a lo que yo era gracias a la Virokinesia, me era imposible acercarme a la gente, ya que si no tenía cuidado y controlaba a este podría llegar a matar en un solo instante. A mi parecer era de los peores poderes que podría haber...

Ahora había salido de la academia, desconocía si esto estaría visto como una infracción o de que si por el contrario era algo que nos estuviera permitido hacer. El bosque en el cual me encontraba era realmente precioso, rebosaba una calma infinita, cosa que agradecía, pues había pasado dos noches sin dormir, y aunque no viniera a este lugar a esto, el echo de que no hubiera demasiado ruido era algo que me encantaba y me hacía estar en paz, o por lo menos tranquila. Me adentré un poco más en el corazón del bosque, suponía que aquí no habría nadie, por lo cual no me molestarían o que por lo menos no tendría que estar en sobre aviso para todo. Y aún así tenía puesto aquel traje, el cual la directora me había dado, prácticamente era invisible y más si tenías en cuenta de que lo tenía debajo de la ropa, al ser este un traje especial que se ajustaba perfectamente a la anatomía de mi cuerpo.

Me senté en un árbol caído, este al contrario que otros no estaba del todo cubierto de musgo lo que quería decir que no haría mucho tiempo que había sido derrumbado, recordaba las palabras de mi madre y de algunos profesores :

''No serás peligrosa si eres capaz de controlar tus emociones ahora que sabes lo que eres y cual es tu poder, así como no serás peligrosa si estas cerca de alguien quien quieras''

- Mentirosos... -

Dije en un susurro bajo, si hubiera sido como ellos decían aquel chico, al cual yo había querido no estaría muerto, y mis amigos no hubieran empezado a enfermar, ese era el motivo pro el cual me alejaba de la gente: Sabía que yo acabaría matándolos. Era cierto que en estos tres años había avanzado mucho y que por lo menos era medianamente capaz de controlar los virus que creaba. Me recosté sobre el tronco de aquel árbol caído, quedando en una posición horizontal y con los ojos cerrados durante un rato.

(con permiso, señorita)

Aquella mañana había despertado pronto, como otras veces. A las seis de la mañana, Ioan ya se encontraba aseado, oliendo a colonia fresca y, mientras se preparaba el desayuno, comprobó qué tenía que hacer en su agenda.
Por lo visto, había adelantado ultimamente mucho trabajo, por lo que sólo debía acabar unos informes antes de que fuera principios del mes siguiente. Tomándose su café, se colocó las gafas llenando rápidamente los vacíos de su documento en el portátil y, tras comprimirlos en un pdf, los envió al correo de la empresa.
Suspiró con una sonrisa prudente mientras dejaba las gafas a un lado. Así, tenía un dia libre.
-Mejor, no me gusta trajearme tanto durante la semana -Pensó en voz alta observando el traje en el colgador.

Tomó una camisa un poco ancha, unos tejanos, se calzó con unas tennis y como chaqueta una sudadera. Era curioso. El peliazul cambiaba mucho: Cuando tenía que trabajar, el aspecto pulcro de su traje y apariencia le hacían parecer un hombre más adulto cuando, en vez de eso, apenas llegaba a los 20 años.
¿Qué podría hacer ese dia? Puesto que había despertado pronto, no iba a desperdiciar la jornada. Quería caminar lejos del ruido de la ciudad. Y el bosque era la mejor opción.
Caminaba en silencio, observando que, aquél que fue carcomido en su día pasto del fuego, ahora empezaban a crecer unos brotes.
Pero no le fue interesante hasta que, más adentrado, descubrió a una joven pelirroja sentada en soledad. Ioan no pudo hacer otra cosa que alzar un poco su ceja sonriendo.
"Vaya, que imagen más pintoresca... Digna de un cuadro de Millais" Pensó con divertimiento.

-Las mentiras más crueles son dichas en silencio. -Comentó en voz alta, apoyando en el tronco de uno de los árboles- Al menos, eso decía Robert Louis Stevenson...
Ioan miró a su alrededor, encogiéndose de hombros.
-Es un sitio bonito, aunque me pregunto qué hace una chica linda tan sola por un lugar así.

Estaba a punto de sacar mis útiles de escritura para ponerme a escribir, ya que cuando estaba sola en un lugar como este no creía que hubiera nada mejor para ello, era muy relajante y por primera vez en mucho tiempo sentía que podía respirar tranquila sin necesidad de preocuparme por si alguien intentaba verme de mala forma por mi poder o por mi actitud de no querer relacionarme.

El tiempo estaba calmado y de echo no había ni tan siquiera un solo animal que se acercase al lugar en el cual yo estaba sentada, no creía que fuera por miedo sino por que al estar ya en otoño estos se dedicaban a simplemente recolectar sus necesidades para el duro invierno.

Antes incluso de que pudiera sacar el lápiz o libreta, noto que alguien se apoya en un árbol al lado mío, cosa que me sorprende pues había hojas secas por alrededor de todo el bosque y alrededor mías, aunque no muchas pues la mayoría de lso los árboles eran de hoja perenne y poco de hoja caduca. Así que con sorpresa levanto la cabeza así como la mirada de mi pequeña mochila o bolso para ver quien era el que había llegado, al hacerlo este habla sobre uno de mis comentarios, el único que había echo en voz alta, y el único que estaba totalmente segura de que era cierto... o por lo menos eso creía en ese momento.

- Y no sabía cuanta razón tenía... pero cuando las personas quieren salvar a otras se apropian incluso de mentiras que pueden llegara destruirlas. Más aún cuando la otra persona sabe la verdad de sus palabras, y ve el engaño más allá de lo que es en si las palabras -

Dije a modo de contestación al chico, lo mio no era de ningún personaje ilustre, sino de la misma vida, o de la misma forma de ver la vida que yo tenía. No me levanto del tronco de aquel árbol caído, si no más bien, me acomodo en este, era verdaderamente cómodo para estar, poniendo mi espalda apoyada en una de las muy gruesas ramas del árbol, este debía de haber sido centenario. No tenía malos modales así que me limito a responderle.

- Una chica linda linda no se, pero yo simplemente andaba harta de la ciudad, la gente y el ruido, así que este es un buen lugar -

Si resumías la verdad del porque, de que quería andar sola por que no aguantaba más estar cerca de la gente y no acercarme por miedo a matarlos, así como otras cosas se podría decir que si, que eso era todo. Hoy me había levantado un tanto más sociable de lo normal, por eso estaba aquí, y por eso no contestaba de forma tan seca al chico, aunque mi tono de voz había sido claramente algo frío, ya no sabía tener otro.

Ioan enarcó una ceja y simplemente rió un poco, haciendose audible. Una risa refinada y caballerosa. La joven le causaba gracia con sus respuestas, como si fuera un gatito huraño que se miraba desconfiado un ovillo de lana.
-Buenas respuestas -Terminó diciendo echándose unos mechones tras la oreja- Aunque denoto demasiada negatividad en ellas para alguien tan joven.

Suspiró y alzó la vista a las copas de los árboles, que dejaban caer algunas hojas secas. Aunque no había llovido, el bosque olía a humedad adormecida, clásico augurio de la llegada de los primeros fríos.
Le recordaba a Rumanía, lo que le arrancó una clara sonrisa en sus labios, asomando sus dientes blancos. El canto de algún pájaro sonaba tímido, y en cuando se fijó, pudo ver una ardilla en un tronco cercano.
-Desde luego, es un lugar increíble. El ser humano siempre habla de naturaleza "salvaje", pero... ¿Quienes somos para juzgar qué es "salvaje" y qué no es? O siquiera si es un despectivismo acaso.

Tendió su mano a la ardilla con cuidado, que le había estado mirando desconfiada, pero logró que esta saltara hacia él, sacando de su bolsillo alguna almendra y tendiéndosela.
-Personalmente, opino que aquello "salvaje" es lo realmente hermoso, liberado de las cadenas del sistema ya más que corrupto, solo antentos a la ley y pureza de la madre tierra. Sino...
Acarició la ardilla con tranquilidad.
-¿Cuantas muertes y polución ha ocasionado la erupción de un volcán, un maremoto o un ciclón... y cuantas ha hecho el ser humano mediante guerras, hambre, pobreza, religión, contaminación y, por supuesto, por su carácter de superioridad y de arrogancia a la creación?
Su rostro se había ensombrecido ligeramente.

Al principio lo miro sin entender el por que se esta riendo de esa forma de algo de lo que yo había dicho, aunque había que reconocer que no era una risa de burla, cosa rara pues las últimas veces que había escuchado una risa de burla, aunque en verdad no entendía el motivo pro el cual lo hacía.
Miré al chico con un simple encogimiento de hombros para después contestarle.

-No creo que sea negatividad... sino simplemente realismo. No me gusta pensar en ideales imposibles, aunque usted tiene un punto de vista... a considerar si cree las palabras de dicho filosofo -

Seguí sentada en aquel tronco de árbol sin hacer intento de levantarme en ningún momento, desde aquí seguí con la mirada a donde el chico miraba, parecía ser que el también estaba disfrutando de este claro alejado de la gente. Cuando escucho sus palabras me doy cuenta de que me esta haciendo pensar, cosa rara ya que esperaba que cosas así no me perturbaran.

- Salvaje... um... se dice, o dicen, de las cosas que se salen de lo normal con respecto a unas ''normas de conducta'' las cuales unos pocos imponen y los demás han de seguir. Pero estoy de acuerdo con usted en que no somos quienes para juzgarlos... o juzgarnos, y aún así todo el mundo se cree tener el derecho de hacerlo -

Miro como la ardilla se sube a su mano con un deje de tristeza en mi rostro, todo por el echo de que desde que mi poder había despertado hacía ya bastante tiempo, los animales era como si tuvieran un sexto sentido, por lo cual la verme decidían no acercarse a mi. Una débil sonrisa de añoranza cruzo durante apenas unos segundos mi rostro, pera luego regresar al serio de antes. Me preguntaba si algún día regresaría a sonreír de verdad o al casi ser medianamente feliz. Alargué durante un segundo la mano hacía la ardilla, la cual se revolvió dejando el alimento y subiendo por el hombro del chico, así que regreso inmediatamente a retirar la mano como si no hubiera pasado nada.

- Comparto tu misma opinión... la madre natura tan solo intenta crear un equilibrio, el cual se ve perfectamente alterado por la mano del hombre, el cual puede protegerse de todos los ''males'' que esta les eche... ¿Pero como se protege ella ante lo que el ser humano le hace? ¿y comos e protege el ser humano de si mismo? Usar a otros por su propio bien, crear guerras, conspiraciones... armas de fuego, armas blancas, armas biológicas... no creo que ningún humano se salve... -

Luego de decir esto tan solo acaricio, apenas rozando las hojas de una hermosa flor que al parecer había crecido en el tronco de de aquel árbol que usaba como asiento. Al hacer esto, casi podía notarse el guante de aquel traje que me oprimía y que a la vez permitía que si no estaba serena, no lanzase ningún virus.

- Pero que se yo... como todo el mundo me recuerda... tan solo soy una joven estudiante -