paseando por los jardines

Son las 12 de la tarde en la tierra natal de Ariel, busca un lugar tranquilo para poder tomar el te, caminando por el campus llega a los jardines, es muy hermoso con muchos tipos de flores, y una fuente larga en medio del jardín, comienza a recorrerlos, lleva en la mano un pequeño maletín, llega a un rosal hermoso lleno de rosas rojas y blancas frente a ella un banco, “perfecto para tomar el te” se sienta en el banco y coloca alado de el maletín, lo abre y dentro saca una taza negra con grabados de rosas rojas, toma unas cuantas hojas de rosa del mismo rosal, y los coloca dentro de la taza, saca del maletín una botella con agua caliente dentro y vierte un poco del contenido dentro de la taza de te, y por ultimo coloca una bolsita de te dentro de la taza, coloca la taza a lado de el en la banca y saca dentro del maletín un libro titulado La Divina Comedia.

Procede a guardar lo restante dentro del maletín y continua a leer el libro mientras toma su taza de te, con lentos sorbos, lee tranquilamente su libro, se podía sentir un aire de tranquilidad, como si hubiera escapado del mundo en ese momento, un privilegio que el no podía darse, por un momento sintió que el mundo y el tiempo se detuvo, cerro un momento su libro y comenzó a contemplar sus alrededores, veía como los alumnos caminaban felices por los jardines y como as flores se mecían con el viento, era como un paraíso, donde nadie peleaba ni había guerras, ni secretos, todos eran libres y tranquilos, nada malo podría pasar, por lo menos no en ese momento y con un poco de nostalgia, reabrió su libro y continuo tomando su te.

(con permiso!)

-¡¡Detened ese roedor!! -El grito resonó en el espacio abierto, con tal firmeza que era difícil saber de dónde venía exactamente.
Los rosales se agitaban al paso de la americana, saltando algún pétalo al aire indicando su situación. Fue cuando en el pequeño camino hecho de piedras, hecho expresamente para que indicara el camino que seguir a los alumnos que paseaban por los jardines, salió una pequeña mancha marrón.
Una ardilla de un color ligeramente rojizo, se alzaba en sus dos patitas traseras, moviendo un poco la velluda cola, casi marcando sus impulsos nerviosos.
Miró con ojos grandes a Ariel antes de correr hacia él, a su vez que Loris salía de entre los arbustos.
-¡¡Me ha robado el chicle!! -Terminó mientras se sacaba unos pétalos que se habían quedado sobre sus hombros.