Acompañando al viento... [libre]

Finalmente había vuelto a aquel lugar, deseaba sentir de nuevo el viento acariciando su rostro suavemente, y no es que no pudiera hacerlo en otra parte como por ejemplo los jardines, pero aquel lugar, la azotea de Crusaders era uno de los más altos y por lo tanto el viento allí
soplaba con más fuerza e ímpetu que en otros lados.
Terminando de subir el último escalón de la larga escalera que allí llevaba colocó su mano sobre el picaporte y lo giró lentamente, abriendo con la misma lentitud la puerta blanca que rechinó levemente
para luego darle el paso. Una brillante luz llegó a sus pupilas cegándola por unos segundos y provocando que frunciera el ceño levemente hasta que se finalmente pudiera acostumbrarse al cambio de luminosidad que se producía desde el pasillo hacia el exterior.
-Al parecer hoy también es un lindo día…
Dicho esto dio unos cuantos pasos dejando que la puerta se cerrara detrás de sí y caminó hacia el barandal clavando su mirada en el cielo, el lugar estaba completamente desierto y no parecía haber nadie alrededor, o al menos Katia no sintió la presencia de nadie más que ella misma allí.
Apoyó ambas mano en al barandal y fijó su vista en el horizonte,
el viento como siempre, hacia volar sus largos cabellos como si de ellos intentase formar un cielo suave y perfumado, mientras ella sonreía levemente al sentir aquellas caricias frescas sobre su rostro.
-Un poco más arriba…
Dicho esto se subió al barandal apoyando sus pies firmemente en la base y apoyando su cuerpo en lo que quedaba de él para después
abrir sus brazos de par en par y cerrar los ojos suavemente, solo sintiendo el viento soplar generosamente en su rostro y el cantar de los pajarillos que por ahí cerca revoloteaban.
-Acompaño al viento…
Dijo esto casi en un susurro que se perdió rápidamente en la brisa y en el cantar de los pajarillos alegres que parecían volar a su alrededor, como si ella realmente también fuese un ser del cielo más.

Había llegado esa mañana a la ya famosa Crusaders Academy.

Ciertamente se sentía emocionado al saber que ya estaba ahí, por fin podría desarrollar bien su habilidad. Después de tanto esfuerzo que se llevó para llegar a estudiar a esa academia para personas con habilidades especiales.

Posteriormente de que dejara su equipaje en la habitación asignada, salió a conocer un poco el extenso lugar. Un gran trabajo en arquitectura, también poseía bellos jardines y otros lugares interesantes, fue entonces cuando llegó hasta una azotea, desierta, pacifica.

Decidió sentarse en aquel lugar que se encontraba arriba de la misma puerta, se veía cómodo y aparte ahí la vista era más amena. Con sus audífonos en sus orejas, disfrutaba de la calmante brisa y el magnífico paisaje que se imponía ante sus ojos.

No pasaron muchos minutos cuando escuchó rechinar la puerta, era una jovencita de llamativo cabello celeste, se dirigió al barandal y al parecer disfrutaba del viento. El la miro con indiferencia, hasta que notó que subía sus pies en la base y estiraba sus brazos como si tratase de volar. “¿está loca?..” pensó fugazmente y luego retiró sus audífonos para advertirle a la chica.

-Un movimiento en falso, y no vives para contarlo...

Dijo con un tono sereno, como su propia apariencia, pero sin mirar a la peli celeste.

Permaneció así unos segundos más, realmente se sentía bien allí y aquella sensación le resultaba sumamente agradable, entreabrió un poco los ojos dejando que la luz volviera a llegar a sus pupilas, cuando de repente escuchó una voz suave y en un tono agradable que le hablaba desde atrás, pero sonaba como si se encontrase a mayor altura que ella.
Volvió a apoyar sus manos sobre el barandal y se giró provocando que su cabello pegara una vuelta para luego apoyarse y observar al chico que se encontraba sentado sobre la puerta, observo por unos segundos en silencio a quién le había dirigido la palabra y se encontró con un pelinegris de aspecto muy sereno, parecía tener un par de auriculares en las manos y observaba el vacio con una mirada bicolor que la dejo algo atontada por dos segundos.
-Ohh… estaba siendo cuidadosa… pero, gracias por la advertencia…-sonriendo suavemente-… solo quería sentir el viento en mi rostro…-cerrando los ojos mientras llevaba ambas manos al pecho-… como si volase…
Se giro y suavemente descendió del barandal para luego
observar el horizonte un poco más mientras se acomodaba algunos cabellos y luego se alejó unos pasos de allí para observar al chico que se encontraba allá arriba.
-No se me había ocurrido subirme ahí, es más alto aún… ¿hay buena vista allí?
Dicho esto volvió a girarse para observar un grupo de pajarillos que descendían cantando sobre el suelo, para pegar pequeños saltitos sobre la cerámica, buscando seguramente algo con lo que saciar su hambre o tal vez algo con que hacer, y hasta tal vez mejorar su pequeño hogar.

Mientras aún observaba a los pajarillos escucho una suave, clara y corta afirmación por parte de chico que allá arriba se encontraba, se giro hacia él para notar como ya tenía de nuevo puestos sus audífonos. Según aquel desconocido la visión de allá arriba era mucho mejor.
Katia en verdad no tenía intenciones de molestarlo pero quería apreciar aquella visión, así que se acercó a las escaleras y observó su falda frunciendo levemente el ceño. “Bueno… no hay nadie aquí… así que…” pensaba mientras intentaba decidirse a subir allá.
Finalmente se decidió y tomándose fuertemente de las escaleras colocó el primer pie para comenzar a subir lentamente mientras sus cabellos volaban con el viento. Al llegar solo se quedo de pie ante el desconocido y lo observo por unos segundos para luego comenzar a sentarse lentamente al lado de él, intentando no tocarlo ni con un cabello.
-Ammm… espero no te moleste si me siento aquí…
Dicho esto terminó de acomodarse y luego de juntar ambas piernas frente a su pecho se abrazó a ellas para observar los alrededores, realmente la vista era tan fascinante que no pudo evitar dibujar una pequeña sonrisa en su rostro.
-Es como estar tan cerca del cielo…-murmuro para ella misma-…se siente tan bien…
Apoyando sus manos atrás se inclinó un poco cerrando sus ojos para sentir las caricias que la suave brisa dejaba en su rostro, realment ella era del viento y a él pertenecía, sin nada que dudar. Permaneció así mientras en su mente danzaba alguna bella melodía que solía tararear de vez en cuando, pero que en aquel momento contenía para no molestar al chico, aún así el viento parecía quererle acompañar con su melodía propia, trayendo consigo el ruido y los cantares de diferentes animalitos que por allí cerca habitaban.

Permaneció en silencio intentando no pensar en nada mientras sentía la brisa fresca rodearla y acariciar su rostro, hasta que de repente la voz de quién la acompañaba interrumpió su momento de meditación para traerla de nuevo a la realidad con una pregunta dirigida hacia su persona.
Abrió los ojos lentamente y dirigió su mirada hacia quien estaba a su lado viendo como el viento jugaba también con su cabello, aquel negro cabello que se veía tan suave y bonito, tanto que sintió ganas de tocarlo pero solo negó levemente con la cabeza para luego mirar de nuevo hacia el frente y dibujar nuevamente una pequeña sonrisa en sus labios.
-Mi nombre es Katia Angelique Benoit… pero puedes decirme Katia…-dijo mientras se sentaba derecha volviendo a abrazarse a sus piernas-… ¿y tu? ¿como te puedo llamar?
Dicho esto se giró para observar a su interlocutor, el chico parecía jamás posar su mirada sobre ella, algo que le resultaba extraño pero a fin de cuentas tendría sus razones, pensaba mientras esperaba una respuesta de su parte, después de todo parecía ser alguien que no suele estar rodeado de personas, alguien que busca la tranquilidad así como ella misma.
-Ya había venido aquí… este lugar es perfecto para alejarse del mundo…
Doblándose un poco más apoyó su cabeza sobre sus rodillas
para seguir observando el horizonte, el cielo traía un color hermoso, tan puro y tan claro así como pocas veces solía estar, y los últimos días sin lugar a dudas había habido buen clima, siempre había permanecido celeste y claro, imponiéndose sobre la cabeza de todos los seres vivos que en aquel azul planeta habitaban.

“Mi nombre es Katia Angelique Benoit… pero puedes decirme Katia…”

Contestó prontamente a su duda.

-Katia ¿eh?... –expresó el joven-

Luego la chica prosiguió preguntándole el como podía llamarlo.

-… me puedes decir Gerard –volteo a verla- mi nombre es Gerard Mlynowski …

No obstante dejó de mirarla para recostarse despreocupadamente con sus brazos detrás de la cabeza, dando a sus ojos la azul imagen del cielo que posaba ante ellos.

-Tienes razón…-dijo al cerrar sus ojos y dejarse llevar por la traviesa corriente de aire.

Era un sitio tan pacifico que no le molestaría quedarse horas por ahí.

Permaneció en aquella posición que en realidad le resultaba cómoda, mientras observaba las copas de los árboles que se mecían suavemente con las caricias del viento. Escuchó como el chico le decía que le llamara Gerard, puesto que su nombre era Gerard Mlynowski, curioso nombre que la dejó pensando por unos segundos hasta que sintió como él se dejaba caer para atrás y al girarse un poco lo observó acostarse mientras desviaba su mirada hacia el cielo que se reflejaba en sus ojos bicolores.
Ciertamente le llamaba la atención esa diferencia tan grande en el color de sus ojos, pero no le resultaba extraño ni nada parecido, todo lo contrario, interesante y bonito, aunque claro, preguntarle por eso seguramente solo lograría que se ofendiera.
Escuchó como él le daba la razón en cuanto a su comentario sobre la pasividad del lugar y luego lo observó cerrar sus ojos tranquilamente ¿acaso pensaba dormir? Era bien notorio que no parecía desconfiar de ella en absoluto y pensar esto logró dibujarle una pequeña sonrisa en sus labios. Se giro un poco más para levantar una mano y moverla suavemente como si intentara corroborar que él la estuviese viento y
luego de sentirse algo tonta, bajó su mano para volver a acomodarse un poco el cabello y ponerse a jugar con un mechón de éste.
-Si te duermes aquí tomarás frío... y puedes enfermarte...
Dicho esto comenzó a jugar con su cabello con ambas manos mientras comenzaba a trenzarlo suavemente, sintiendo como se deslizaba entre sus dedos, dejó escapar un pequeño bostezo que inundó levemente sus claros ojos celestes para luego suspirar levemente mientras se enderezaba para estirar ambos brazos, realmente se había relajado a tal punto que hasta sentía ganas de dormir, pero sabía que no era conveniente hacerlo en aquel lugar.
-Gerard... ¿te gusta la música?
La respuesta a su pregunta simplemente era algo obvia ya que lo había visto con sus auriculares, pero lo que ella deseaba en realidad era tal vez saber qué tipo de música escuchaba él, después de todo siempre era agradable conocer alguien que compartiera el gusto por la música, escuchase el tipo de música que escuchase.

Sabía bien que el chico que estaba detrás de ella seguía despierto pero el simplemente permanecía en silencio por largos periodos de tiempo, realmente parecía ser la persona más tranquila que jamás hubiese conocido, tal vez por eso no lo había sentido al entrar allí; si él no le hubiese hablado, tal vez no se hubiese percatado de su presencia.
Luego de unos segundos de haber hecho su pregunta escuchó como él decía que si le gustaba la música y que la prefería clásica, para después ver como volvía a sentarse refregándose el ojo derecho como si algo le molestase, interrogando mientras tanto por sus propios gustos musicales.
-Escucho bastantes tipos de música, pero si… me gusta la clásica… y la música lenta y apacible, aunque también supongo que depende un poco de lo que sintiera ganas de escuchar en ese momento… soy bastante abierta en ese sentido…
Volvió a mirar al chico y notó que realmente parecía molestarle el ojo, era justamente aquel que portaba ese llamativo color carmesí que contrastaba con el otro que era de un azul oscuro y profundo.
-¿Te molesta el ojo?... no deberías refregarlo mucho o te puedes lastimar…
Inclinándose un poco se giró levemente para quedar mas de frente hacia el pelinegris y observo el ojo del chico fijamente intentando encontrar lo que le molestaba, seguramente habrá sido alguna basurilla traída por el viento. Sin ponerse a pensar la reacción que el pudiese tener, se acercó un poco más para después abrir sus labios y soplar levemente sobre el ojo afectado, intentando llevarle alivio al mismo.
-¿Aún te molesta?-sonriendo levemente-… tal vez deberías poner un poco de agua…
Dicho esto solo se quedó viéndolo a los ojos con una suave sonrisa a la espera de que le respondiese algo, sin fijarse si él la miraba o no, solo escuchaba el sonido del viento soplando a su alrededor y jugando con el cabello de ambos como si quisiese apropiarse de ellos; sin duda alguna aquel ambiente era uno de los mas relajantes en los que había estado dentro de aquella academia.

Finalmente se dio cuenta de que esta vez el chico si la miraba directamente y claro, estando tan cerca no había forma de ignorar eso, ambos ojos estaban posados fijamente sobre los suyos. Luego de unos segundos notó como el levantaba una mano para posar el dedo índice sobre su nariz y como primera reacción cerró los ojos para después abrirlos mientras veía como una pequeña pero serena sonrisa se dibujaba en los labios del pelinegris. Alzó las cejas algo sorprendida, mientras se llevaba una mano a la nariz para después dibujar una nueva sonrisa en sus labios, esta vez más amplia mientras escuchaba que él decía que viviría a pesar de todo, mientras con su mano limpiaba una pequeña lágrima que había escapado de su ojo carmesí.
Katia dejo escapar una pequeña risita y se alejó un poco de él para volver a acomodarse a su lado mientras escuchaba como él le preguntaba que hacía en aquel lugar.
-Bueno… ¿te refieres a la academia o a la azotea?... a la azotea volví simplemente porque me gusta le lugar y la paz que en él se respira… en cambio, él porque estoy aquí en Crusaders es algo más largo de explicar…
Desviando su mirada hacia el horizonte tomo su larga cabellera y colocándola sobre su hombro izquierdo se puso a jugar con ella usando sus manos mientras parecía como si ciertos recuerdos desagradables volvían a su mente de repente. Ciertamente estaba allí porque ella así lo había decidido y para ello se había preparado con el optimismo de encontrar una vida y un futuro mejor. Volteando levemente hacia su acompañante se quedó a la espera de que le aclarara su pregunta mientras seguía deslizando sus pequeños dedos entre medio de su largo cabello, que ya parecía estar acostumbrado a aquel trato.

La joven empezó a reír un poco, no obstante respondió a la pregunta del chico: “Bueno… ¿te refieres a la academia o a la azotea?... a la azotea volví simplemente porque me gusta le lugar y la paz que en él se respira… en cambio, él porque estoy aquí en Crusaders es algo más largo de explicar…”

Cierto, no había sido muy explicito que digamos en esa cuestión. Percibió como la chica parecía juguetear con su cabello nuevamente, deshaciendo aquellas trencillas que había hecho anteriormente, no le fue difícil darse cuenta de lo que hacía puesto que sus ojos descubrían con facilidad las cosas a su alrededor.

-Ya veo…-dijo sin explicar a lo que se refería, tal vez a ambas cosas, el opinaba lo mismo sobre el sitio y entendía que a veces explicar las cosas no era lo mas fácil del mundo.

Cruzó sus piernas y apoyó sus manos sobre ellas, para visitar cada lugar visible enfrente de el con su mirada.

No pasó mucho tiempo para que volviera a ponerse sus audífonos y escuchara la relajante melodía que se extendía a un volumen que le permitía escuchar el exterior. No era de las personas que gozaban de escuchar todo a la máxima potencia.

Pensó en preguntarle a la chica cual era eso largo de explicar, pero el no era nadie para meterse en sus asuntos y si lo había dicho así era porque realmente no quería tratar el tema. Así que dejó de molestarla para seguir disfrutando de la armonía emitida por sus auriculares.

Esa joven parecía una persona fuera de lo común, o al menos así lo percibía Gerard, nunca había conocido a alguien como ella.

El pelinegris finalmente cruzo sus piernas para dejar escapar un suave “Ya veo” y luego colocar ambas manos sobre sus rodillas, para después observar largamente los alrededores. “Que persona tan pacífica…” pensó Katia con algo de sorpresa, nunca había conocido a nadie así, tan pacífico que parecía como si no estuviese allí, ciertamente parecía tener un aura de paz que pudiera rodear los lugares en los cuales se encontrase.
Luego de unos segundos el chico volvió a colocarse los auriculares en los oídos, permaneciendo así en silencio escuchando seguramente una melodía tan tranquila como el mismo ¿realmente podría esa persona enojarse? Gerard no parecía ser para nada una persona volátil y eso solo le dejaba el pensamiento de que en verdad si sería difícil hacerle enojar.
-¿Que compositores te agradan?-lo observo por unos segundos y luego desvió la mirada levemente sonrojada-… me… ¿dejarías escuchar?
Tal vez en aquel momento podría comprobar si su teoría era cierta o no, fácilmente el podría enfadarse porque le pidiera eso siendo que aun no se conocían bien o simplemente podría acceder de buena voluntad, cualquier cosa que sucediese la esperaba con una pequeña sonrisa en su rostro mientras observaba como el cielo iba cambiando su color en el anuncio de que la tarde estaba llegando.

Observando los árboles mecerse a lo lejos portando solo la mitad de su abrigo de hojas escuchó como el pelinegris le daba una respuesta en la cual incluía a famosísimos y excelentes compositores como lo son Chopin, Mozart, Vivaldi y Beethoven; todos ellos genios de la música a su parecer y creadores de hermosísimas melodías.
Después de eso Gerard giró su cabeza en dirección contraria, fue en ese momento en que Katia solo se quedó pensando en que tal vez si se había enojado con su petición, pero después de unos segundos el chico se quitó los auriculares de las orejas y se los ofreció amablemente a lo que ella respondió con una pequeña y tranquila sonrisa.
Estiró sus manos para tomar los auriculares mientras escuchaba que él le decía que se trataba de una pieza de Mozart llamada Andante, si había oído hablar de ella a su querido abuelo pero sin embargo no había tenido el gusto de escucharla.
-Es tan fantástica…-dijo apoyando las manos sobre sus orejas-… tan tranquila…
Escuchando aquella melodía comenzó a recordar como de pequeña junto a su abuelo intentaban diferenciar los instrumentos que componían la melodía que estuviesen escuchando, era un juego que solían tener y en el cual muchas veces ella salía victoriosa, debido tal vez a ese deseo de tocar un instrumento pero de no decidirse por cuál.
Sin que se diese cuenta sus ojos se inundaron de repente, aquella tranquila vida había sido sustituida por algo muy diferente y muy cruel. Pero no era momento de ponerse así y menos frente a Gerard, dibujando una pequeña sonrisa algo melancólica se secó las lágrimas mientras escuchaba la melodía hasta el final.
Cuando la canción hubo terminado suspiro largamente y luego de sonreír ahora si pacíficamente, se quitó los auriculares y se los devolvió regalándole con ellos una pequeña sonrisa a quién se los había prestado.
-Realmente la música clásica es maravillosa… entiendo porque te gusta tanto y porque a otras personas también… les gusta tanto…
Volvió a mira al horizonte con una mirada serena mientras se acomodaba algunos cabellos detrás de la oreja, sabía que solo debía pensar en los buenos momentos, porque solo esos serían los que le den la fortaleza suficiente para seguir adelante.

Solo unos segundos después sintió como el chico la despeinaba suavemente, ese gesto se veía tan amable que no pudo evitar sentir cierto alivio, al parecer después de todo no le caía mal a aquella tranquila persona que estaba a su lado. Después de sonreír para sí misma por unos segundos, volvió a dirigir su mirada hacia quien se encontraba a su derecha para notar como el parecía sonreír mientras llevaba nuevamente los auriculares en sus orejas ¿Por qué lo hacía? No tenía idea, pero esa pequeña sonrisa le sentaba muy bien en su antes serio rostro. Se giro un poco mas alzando a las cejas a la vez que comenzaba a sonreír ella un poco más también y sin medir si quiera que el otro pudiera incomodarse se acerco un poco para observar su expresión unos segundos más.
-Te sienta bien… esa pequeña sonrisa…-de repente se sonrojo y se dio vuelta de golpe notando que tal vez podría haberse acercado demasiado como para incomodarlo-… ah disculpa… pero si te queda bien… sonrie mas...
Dicho esto se puso de pie y se estiro largamente, alzando sus brazos al cielo mientras la brisa jugaba con sus cabellos, la tarde había comenzado a caer y ella aun quería leer un poco mas; había conseguido un libro acerca de los instrumentos existentes, estaba dispuesta a decidirse por alguno y luego de escuchar aquella música su decisión se había reforzado.
-Creo que me iré por hoy… está haciendo un poco de frio ya…-dijo girándose hacia él-… ¿te quedaras aquí?
Observo el apacible rostro de aquella persona, sin lugar a dudas quería volver a verlo, parecía que estar a su lado la invadía de paz, era un suave y tranquilo sentimiento de paz que parecía poder alejar cualquier preocupación, pensando en que le gustaría que fuesen amigos solo le sonrió suavemente mientras esperaba su respuesta, no quería incomodarlo pero si quería tratar con el un poco más, después de todo se sentía tan pacífica como cuando buscaba sus ratos en soledad para distraerse del mundo.

Lo escuchó agradecer en un tono calmo y tal vez algo dubitativo, parecía ser de los que realmente no intentasen sonreír demasiado, aun así Katia pensaba que su sonrisa era bonita y que debería mostrarla un poco mas; solo un poco.
Después el pelinegris dijo que no debía avisarle nada y que estaba bien mientras se recostaba nuevamente de la forma más pacifica posible, para luego aclarar que el clina estaba agradable, dándole así a entender a ella que se quedaría allí.
-Sí lo es...-levantando la vista al cielo-… muy agradable…-bajo la vista nuevamente mientras se acomodaba algunos cabellos detrás de la oreja y le dedico al chico una última sonrisa-… me gusto conocerte… espero nos volvamos a ver, que estés muy bien.
Dicho esto camino hacia las escaleras y sujetándose con fuerza comenzó a bajar por ellas lentamente sintiendo como el viento comenzaba a soplar con más ímpetu, naturalmente en la noche se volvería un poco mas fuerte pero más que nada, se volvería mas frio.
Alzó su vista una vez más hacia le cuelo, reflejando sobre sus claros ojos el naranja que sobre su cabeza se imponía para dibujar en sus labios una leve sonrisa y luego comenzar a caminar, con pasos lentos y tranquilos cruzo la puerta y la cerro lentamente detrás de sí, siendo lo último que viera en aquel momento, una nube liviana que pasaba tranquilamente sobre el anaranjado cielo del atardecer.