Liberación [Privado] [+18]

Se desapareció ese día. Simplemente porque quiso. Cuando Terry por fin se durmió, el había aprovechado para salir en todo su esplendor, claro, como siempre que lo hacía. Mas, ahora había algo distinto en el semblante de Max. Se había quedado con unas enormes ganas de destruir la virtud de aquella coreana, de machacarla al punto de que su cuerpo ya no pudiera expulsar mas lagrimas.

¿Qué fue lo que le interrumpió? Su maldita otra personalidad. Ese estúpido de Terrance le había frustrado aquella preciada escena. Como lo odiaba, pero sabía que con el tiempo el lograría adueñarse de ese cuerpo sin que el otro lo evitara y con ello, hacer lo que más le plazca.

Se paso el cabello tras la oreja, sintiendo como la brisa estaba despeinándolo más delo normal. Sus zafiros ojos se centraron en la ciudad misma, como el brillo de sus luces y los autos caminando en la lejanía. Algún día todas sus ambiciones se harían realidad…es por ello que no pudo evitar que una viperina sonrisa apareciera en sus labios, delineándolos con cierto veneno.

“Un día…este cuerpo será completamente mío y veremos quien ríe al final.”

Sus pensamientos tan solo hacían que una risilla cínica saliera de sus labios. El solo saber que el tendría el control y después podría cumplir todas y cada una de sus ambiciones le hacían sentir unas enormes ganas de reír de la manera más retorcida que pudiera. Lo mejor de ser una doble personalidad es que el también aprendía, no solo su “dueño”, no era como todos los poderes tontos que solamente obedecían cualquier mandato, el era una mente completamente distinta. Y lo amaba.

Fue entonces que escucho como la puerta rechino al moverse –no abrirse- dejando después que unos pasos se escucharan tras de él. Su mirada de giro para donde escucho el ruido con un poco menos de interés del normal, pensando que debía de ser una de las chiquillas virginales o un idiota “rebelde” que quería verse como el chico malo de la escuela al estar a algas horas en ese lugar. Todavía, fuera una chica virginal podría aprovechar lo que le interrumpieron antes y divertirse muy buen rato, pero en cambio se encontró con un rubio un tanto…sensual si se podía decirlo.

Alzo una ceja, repasándolo con mero y palpable descaro, saboreándose con la mirada el buen torso que tenia. El rubio era apetecible, tanto que su curiosidad iba a preguntarse qué era lo que guardaba aquella única prenda que tenia cubriéndole –dígase el pantalón-.

Se recargo un codo en el borde de la azotea, sin dejar de mirarlo con detenimiento, mientras una sonrisilla ladina aparecía en sus labios.

“¿Tienes uno para mí también?” Señalo los cigarrillos esperando la respuesta del desconocido.

El rubio con buen torso parecía estar demasiado pensativo, de cierta forma se preguntaba en que estaban sus pensamientos, ya que estaba muy concentrado, o más bien en que le gustaría que pensara ahora.

Noto como le extendía los cigarros y el encendedor sin siquiera verlo. “Cuanta concentración.” Sus dedos se pasaron intencionalmente por sobre los de Damian pasa con ello tomar lo que tan ‘Amablemente’ le estaba ofreciendo el otro. Se llevo el cigarrillo a los labios, haciendo una pequeña cueva con sus manos para que el fuego no se extinguiera por causa del viento.

El sabor del cigarro era muy bueno, hace tiempo que no lo disfrutaba pues su preciado Terrance no era tan adepto a las drogas como el podría llega a serlo. Inhalo un poco de este, sacándolo un poco de sus labios para exhalar el humo con cierta costumbre y después regresarlo a sus labios. Miro de nuevo al rubio tendiéndole el encendedor.

“Gracias.” Le dijo con una sonrisa ladina, aun imaginándose que era lo que pasaba por aquella mente, mas por esa sonrisilla poco inocente que se le formaba en los labios. Sabía que a cualquiera le hacía sentir escalofríos, pues no era la más tierna o amistosa del mundo, si no que era una donde parecía que se comería el de un solo bocado. Interesante.

Se giro quedando con la espalda pegada a la baranda, dándole la espalda a la ciudad, mientras seguía degustando el delicioso cigarrillo entre sus labios. El humo salía lentamente por entre sus labios formando figuras sin forma concisa, tan solo manifestándose como si de espíritus se trataran.
Al viento parecía que le gustaba jugar en ese momento, pues todo lo que era sus cabellos, y prendas se movían como si tuvieran vida propia. Justamente como estaba pasando ahora con el rubio, el cual, tenía un poco de presentimiento que le gustaba demostrar que estaba muy bien formado. Aunque al ver la aparente personalidad de este, se declinaba más a que le importaba poco el que lo observaran.

Por el rabillo de los ojos, miro como la prenda que tenia sobre los hombros estaba moviéndose dejando ver la curvatura de su espalda en unión con el trasero. ¿Qué lo miraba con lujuria? ¿Era un crimen? Porque de serlo le importaba poco quebrantar la ley. El tipo estaba bueno, se le antojaba y le dejaron con las ganas de desvirgar a una perra coreana por una sarta de estúpidas cursilerías que poco valían la pena –Por no decir que nada-.

Sus zafiros seguían fijos en el otro, brillándoles con cierta curiosidad. Ya hasta que se arto de ver los tatuajes, volvió a verle la cara. Si, era atractivo, pero quería analizarlo un tanto más, de ser necesario.

Miro a la puerta abierta, escuchando como esta se medio mecía por el viento, haciendo que un ruido suave irrumpiera en el ambiente como si fuera uno de los sonidos más habituales de la noche. “Que noche más…tranquila.” Comento procurando perfectamente sus palabras con el otro. Si por él fuera estaría diciéndole ahora mismo otra clase de cosas, pero que bah, le encantaba darse a desear y descubrir antes algunas cosas de los que miraba como la víctima.

Con el cigarrillo entre el medio y el meñique lo saco de su boca exhalando humo de nueva cuenta, claro sin perder la vista que le estaba regalando con los movimientos que hizo. Volvió a ponerse el cigarrillo en los labios, sin separar la mano de su rostro como si en cualquier momento fuera a sacarlo de nuevo de ahí.

El amaba darse a desear ante algunas personas, ir lentamente dependiendo de la situación, pero fue inevitable el que se relamiera el labio inferior nada más se saco por final el cigarro. “Depende de que es lo que me quieran mostrar.” Demostró su voz en un son coqueto. Lanzo el cigarro al suelo y con la punta del zapato lo apago, retorciéndolo contra el suelo. Sus codos se posicionaron tras de él, recargándose en la baranda mientras su pierna se entrelazo con la otra en una posición de despreocupación.

Le alzo significativamente la ceja, preguntándose muchas cosas pero todo debía de ser con el tiempo.

“¿Tienes nombre o te deberé de llamar rico torso?” Pregunto desde su posición, haciéndose el cabello para atrás con una sola mano, gracias a que el viento había llevado hebras a su cara causándole un poco de molestia.

Se encogió de hombros con una risilla un tanto ladina saliéndole de los labios. “Nunca es suficiente. Si me gusta lo que miro, ¿Por qué no ver más? O es que, ¿Hay un límite acaso?” Parpadeo con una aparente inocencia. Pufft, claramente nadie le creería una cara así, menos con los ojos destilándole un millón de cosas un millón de cosas distintas a la inocencia. Ni siquiera cuando se había aparecido por primera vez en la vida de Terrance había sido nombrado con ese adjetivo –inocente- o sus derivados, chiquillo más estúpido y reprimido que pretendía deshacerse de él. Iluso.

Ese chico, tenía algo raro en el. Exceptuando el que fuera un apetecible cuerpo que quisiera en su colección, había algo en el. Se perdía y después regresaba, no se miraba muy complicado, pero si curioso el asunto, cosa que le estaba llamando mas y mas la atención de su parte.

“Dime Max.” Sin apellidos, sin nada que le amarrara, era el nombre perfecto desde que fue creado. Hasta legal, si decía que así se llamaba pocas veces le hacían un show gracias a que era parte de su apellido, tan solo decía que era un sobrenombre por su apellido. Benditas identificaciones que no falsificaba.

Aun así, giro sus ojos a la ciudad mirando de nuevo los brillos en ella, regresando a sus propios pensamientos de tener por fin posesión de aquel cuerpo y hacer lo que quisiera. Solo le faltaba poco y podría adueñarse de todo aquello que le quieren privar y después…simplemente hacer lo que le plazca.

"¿Tienes otro?"

“Entonces estamos hablando un idioma muy parecido.” Comento después de mirar como sus propios cabellos se le atravesaban en su campo de visión, cubriéndole por segundos esta hasta que el viento cambio y termino quitándoselos de la cara. “Los limites solo son creados para que las personas no tengan la diversión que quieren. El límite es solo para que las personas que nos gusta hacer lo que queramos, no podamos hacerlo, por ello es que nos nombran como libertinos.” Sonríe de lado, girando su cabeza a Damian manteniéndola inclinada. “Aunque no lo miro como un insulto, el que nos nombren como libertinos, si con ello podemos estar sin los limites.”

Cuando se acerco el otro extendiéndole la mano, no dudo en tomar lo que le pasaba, pero paso algo más. Su mano se cerró alrededor de la de Damian, clavándole los ojos directamente en los suyos. “Muchas gracias, después veré la manera de redituártelos.” Sin más le soltó, tomando el cigarro y encendiéndolo, regresándole el encendedor. “Una cajetilla nueva, ¿Tal vez?” Con la cantarina voz le guiño el ojo sin pensarlo, quedándose en su posición con una risilla saliéndole de los labios. Cualquiera que le mirara sabría que estaba tirándole un poco –Por lo menos- el lazo a ver si le hacía caso. Por ahora estaba analizándole antes de querer imaginarse que tan duros eran los pectorales que sin vergüenza le estaba mostrando.

Aunque si tenía unas enormes ganas de pasear sus dedos por las gritas que se le hacía entre cada cuadro.

“Es a lo que mejor me estas inspirando.” Le respondió sacando humo por los labios. “Oh, ¿Pero qué es lo que debería de hacer? ¿Actuar como un ente inocente y virginal? ¿Caerme y ponerme en una posición sexual? No gracias, actuó según lo que me inspire la persona.” Inclina la cabeza un poco con la sonrisa arrogante que siempre usaba en el, aunque la chispa de lujuria era palpable en sus ojos. “Estas muy bueno, ciertamente y podría hacer muchas cosas. Pero también se necesita un poco de cooperación de la segunda parte. ¿No lo crees?”

Se inclino para adelante, sosteniéndose con las manos en el barandal, quedando con el cuerpo medio volante. ¿Qué él era fácil? Claro que lo era, no mentía diciendo que no, o fingía como los estupiditos que se la pasaban cogiendo pero aun así se hacían llamar decentes.

“¿Para qué nos engañamos? Si yo deseo algo, si tú deseas algo. Si uno quiere jugar…” Inclino la cabeza para arriba sonriendo de aquella manera morbosa como la que siempre ponía en esas situaciones. “…y el otro también…” Le repaso. “¿Tiene que haber represiones en medio de un jugueteo innecesario? Que prefiero usar esa energía en otras cosas.”

Como lo imagino, juego rudo. Tan solo se relamió los labios después del brutal beso, mirándole con la cara desviada y con una sonrisa retorcida en los labios, como si fuera un niño con juguete nuevo. “Que agradable” Susurro con cierta excitación, sintiendo como la parte derecha del labio le escocía un poco, no le paso nada, tan solo una pequeñísima cortadura sin importancia. Tan solo se paso un dedo medio por encima sacándose lo que al parecer era una gotilla de sangre. Abrió lentamente los labios sin separar aquel dedo y pasó su lengua suavemente por la superficie llevándose esa gota que atrapo. Sin dejar de ver a los ojos a Damian, lo lamio y después se lo metió casi hasta el nudillo, mostrando sus dientes un poco en el movimiento, hasta sacarlo.

¿Qué le tiro humo a la cara? Pfft, ¿A quién le importaba eso? Solo las nenas lloronas con su disque orgullo hacían caso a eso. Le afectaría si fuera algo como lo que paso con el profesor York que se atrevió a ofenderlo de una manera tan despreciable, pero esto…esto era de risa, sencillamente.

Nada mas escucho la pregunta sobre su poder se rio. No dudo en avanzar hasta Damian, poniendo su mano en su pecho y comenzar a removerla lentamente, acariciando por fin aquellos bíceps que tanto se le antojaban. “¿Mi poder?” Pregunto con una risa uniendo la segunda mano a la caricia hasta tener las dos posicionadas. “Si ya lo estas conociendo.” Respondió aplicando fuerza contra el pecho para arrojarlo contra una de las paredes, sin importarle la fuerza aplicada. Si el otro jugaba con la fuerza, obviamente le también lo haría.

“Soy un alterego…con superfuerza.” Comento acercándosele de nuevo, acorralándolo contra la pared como si Damian fuera su presa.

No obstante en lugar de estar con miedo aquel movimiento su expresión permanecía altiva, como si estuviera pasando exactamente lo que él quería que pasara. Y ciertamente no era muy lejos de la realidad aquello; la mente retorcida de Max estaba deseosa de probar que tan lejos era capaz de llegar ese sujeto, si se pasaba, de igual manera sabia como manejarlo. No se dejaría matar tan fácilmente por alguien. Cuando paso su lengua por su labio, tan solo sonrió conteniendo que la suya saliera en el encuentro, dejándole probar aquello que al parecer le atraía más.

“¿Ahora? Ahora será más interesante. Ya que te encontraste con otro cazador.” A su parecer, ahora el juego comenzaba. Le era muy divertido el imaginar quien de los dos seria más dominante. Por cómo se denotaba Damian y a como le estaba atrayendo, no le importaría dejarse vencer por él, mas sentía que debía de meter mano en aquel pequeño encuentro.

Sus manos se pasaron por la cintura de este, acariciándole con los dedos la parte baja de la espalda, mientras sentía el detalle en su cuello. “Dejémoslo en que soy el incomprendido. Malo suena feo, es un calificativo muy…directo.” Se burlo, pero claro que era el malo y lo mejor es que le encantaba serlo, era el sabor más rico que la vida pudiera darle. “El otro…” los dedos continuaron con su camino llegando hasta le trasero de Damian. Casi como si le estuviera pidiendo, clavo hasta las uñas en cada lado, masajeándolas con fuerza y a su mero antojo. Cada uno de los dedos se hundía con ganas en esa tela queriendo que el otro los sintiera con fuerza, hasta cuando las separaba y juntaba.

“¿Enserio te importa?” Inclino la cabeza dejándole más espacio a besar, morder lo que a este se le diera la gana, mientras abajo el atraía con fuerza sus caderas pegándolas a las suyas como si fuera magnetismo. “¿Acaso quieres que lo traiga? Con lo virginal que es terminarías violándolo.” Conocía a su otro yo, en una escena así, intentaría huir a como diera lugar, lástima que el muy idiota no tenía la superfuerza que tenia Max, sin el Terry era un simple humano sin chiste.

¿Escuchas Terry? Sería divertido el que salieras a ver qué tan rico te joden con fuerza. Se rio mentalmente mofándose de su otro yo, sabiendo que el otro apenas era consciente de lo que estaba pasando. Sería divertido ver cómo te conviertes en una puta…al cabo, ya lo eres. Se relamió los labios de solo imaginar eso, terminándosele por salir una risa macabra de los labios con solo mantener esa conexión con aquel santurrón.

"Si es lo que te atrae, después de divertirnos un rato, puedo traértelo y haces lo que quieras con el." Sintió como su otro yo se estremecía con debilidad, apenas entendiendo lo que le dijera. Eso era delicatessen. Casi podría darle un orgasmo de la pura diversión que sentía por escucharle asustado.

“Claro que me beneficia.” Susurro mordiéndose el herido labio después de sentir la dureza contra la suya. Al estar a la misma altura –gracias al otro- ondeo las caderas, restregándolas deliciosamente, separándolas de golpe como si jugueteara con el contrario. “No sabes cómo amo ver que destrocen cada parte de su ser.” Aprovechando que aun estaban a la misma altura que el otro, le respondió. “Eso me da más facilidad de salir a jugar.”

Fue entonces que sus ropas fueron destrozadas con esa emoción que una risilla cantarina salió de los labios de Max. Ya se había cansado de hablar, era mejor ponerse a actuar en ese momento, es por ello que sin dudarlo sus manos se metieron en el apretado pantalón. “Mm…” Gimió entre las mordidas, levantando una mano para pasarla por la extensión de su espalda mientras la otra se apretaba en su trasero.

Su cabeza se inclino a un lado recibiendo el beso. Abrió los labios recibiendo al beso que ya le escocía darle. Por raro que suene, primero sintió sus labios en el superior, como lo fue subiendo hasta unir el labio inferior en el beso. La mano libre se subió hasta la nuca de este, profundizando más el beso, hasta el punto en el que su lengua estaba dominante, presionando la de Damian. Quería demostrarle que él no era una presa cualquiera que se desechaba y pensando en eso, mordió el labio inferior de este con cierta fuerza, abriéndole el lado derecho. Y justo como lo hizo antes, lamio y chupo ese lugar, saboreando el agridulce que salía, hasta dejarlo hinchado de todo lo que se puso a jugar con él.

Se separo de este, lamiéndose con obscenidad la única gota de sangre que le había quedado en los labios, para jalarle el cabello y ver el cuello blanco delante de este. ¿Tenía que pagarle los ricos besos que le dio antes no? Así que paso la lengua desde la pequeña herida atravesando todo el largo camino de la comisura, la barbilla y llego hasta su cuello, entremezclando los besos y las chupadas con mordidas que enrojecían después lamiendo las partes marcadas.

“No cariño, ¿Después como me divierto como ahora lo estoy haciendo?” Pregunto el sabiendo que lo haría real, simplemente no le convenía el que cuerpo tuviera heridas, la personalidad podía pasar por lo que fuera, no le importaba, pero el cuerpo sí. Ese ERA suyo. “Creo que por ahora no podría dejarte solo con él.” Susurro a su oído lamiéndoselo lentamente. Se entretenía mordiéndole el cuello dándose paso por los hombros. Como el supuso, Terrance se apago por completo. Estaba muy débil como para ponerse a batallar con Max en esos momentos y apagándose era la única manera en la que no sabía que era lo que hacia este. Mejor para él, aunque no podría oír como lloraba con cada uno de sus pataleos.

De repente fue que sintió como su cabeza estaba siendo jalada para más abajo. Sonrió. ¿Así que el pequeño quería jugar con él? Se contuvo a reírse un poco, sintiendo ganas de hacer algo, y obviamente lo hizo.

(Dados de Fuerza, 10 + 3 = 13. Procedo a narrar)

Tomo la muñeca de Damian, jalándolo con fuerza y sometiéndolo lo tiro al suelo de espaldas. Se le subió encima con una sonrisa retorcidamente predadora, quedando a gatas sobre el. “Debes de pedirlo por favor.” Susurro contra sus labios, mientras su mirada chispeaba con una palpable emoción y fiereza entremezcladas.

En nada un ‘¡zip!’ y el pantalón de pantalón del rubio ya estaba abierto; por lo menos tendría un poco de consideración, no quería que su amante de turno fuera completamente desnudo a su habitación aunque fuera una de las imágenes más atractivas que pudiera tener. La mano de Max estaba entrometiéndose entre los pantalones de Damian, sacando el pene, tomándolo entre sus dedos; su cuerpo aun estaba sobre el de este, comenzando a acariciarle desde la base hasta la punta, ladeando su rostro. “Lindo…tienes buen tamaño.” Hasta le había brillando los ojos cuando miro eso, relamiéndose los labios.

Por encima de la punta se presiono el pulgar, haciendo con la mano un movimiento oscilatorio como si ese fuera el punto clave. Y no es que fuera siempre el de abajo, amaba meterla y sacarla, pero cuando miraba un buen pedazo de carne, no se contenía las ganas de sentirlo adentro de el hasta que termine gimiendo sin control. Nada mas sentía como se ponía más duro en la mano sentía la necesidad de querer hasta comérselo de una mordida. Ante el mero pensamiento ya estaba poniéndose el. Se inclino apenas, pasándole la lengua por encima del vientre, dejando todo un camino de saliva, apenas tocando la superficie donde yacía su vello púbico.

La otra mano se mantenía en el pecho del rubio, había sido con la que le tiro al suelo de golpe.

El miembro 'Terry Maxwell' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

'1d20' :

Resultados : 10